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Uno de los más fervorosos defensores de las ideas de Copér-
        nico fue  Giordano Bruno. Las aportaciones de este filósofo a la
        astronomía, que asumía la verdad del copemicanismo, se centra-
        ban en sus razonamientos dirigidos a resquebrajar el cosmos aris-
        totélico y sustituirlo por un universo infinito.  Bruno argumentó
        que el movimiento unísono y uniforme de las estrellas es un efecto
        óptico producido por su lejanía, que provoca que aparentemente
        las veamos a la misma distancia. Para Bruno, colocar una esfera
        como límite del mundo fue  una decisión arbitraria y sin apoyo
        empírico. Si no hay esferas, en ese caso las estrellas hay que supo-
        ner que se encuentran esparcidas por el espacio, a diferentes dis-
        tancias. Es más, dicho espacio sería ilimitado y, por tanto, infinito.
        Mientras que Aristóteles considera que no existe el vacío, Bruno
        separa materia y espacio.  El espacio tridimensional empieza a
        tomar la consideración de realidad. Se empieza a concebir un uni-
        verso sin lugares privilegiados, como el centro de la Tierra, y sin
        direcciones absolutas -arriba y abajo-, sino relativas.
            Bruno fue aun más allá en sus especulaciones y llegó a supo-
        ner, tal como ya habían hecho los atomistas en la Antigüedad, que
        existen infinidad de mundos,  con soles, planetas y seres vivos
        como en la Tierra. La idea de infinitud había quebrado esa última
        esfera que, como un fósil, perduraba desde la Antigüedad.


        BRAHE, EL ASTRÓNOMO DE LA EXACTITUD


        Antes de que se empezara a usar el telescopio, el astrónomo que
        logró los datos más precisos de la historia fue Tycho Brahe. Hasta
        ese momento, nadie había logrado recabar tantas referencias y tan
        precisas. Brahe fue un astrónomo muy escrupuloso, y siempre dis-
        puesto a reducir al máximo sus errores. Usaba, por ejemplo, ins-
        trumentos gigantescos, como astrolabios y esferas armilares, para
        determinar la posición de los astros, ya que el tamaño incremen-
        taba la precisión. Se preocupó de aumentar la estabilidad del ins-
        trumental usado, y también de realizar observaciones constantes.
            Esta ingente cantidad de información le convenció de que el
        geocentrismo era falso, pero no le condajo al copernicanismo. Para






                                   EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓM ICA   65
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