Page 63 - 10 Galileo
P. 63

mojada lo que constituía la semilla de una nueva forma de enten-
        der el mundo y el lugar del ser humano en él.
            A pesar de los inicios titubeantes, poner la Tierra en movi-
        miento desencadenó toda una revolución. La distinción aristoté-
        lica entre dos mundos, sublunar y  supralunar,  dejaba de tener
        sentido,  dado el nuevo  escenario.  Y la Tierra entendida como
        único centro de gravedad del universo dejaba paso a una concep-
        ción múltiple de centros gravitatorios, lo que obligaba a plantearse
        preguntas sobre la naturaleza de esa fuerza misteriosa. Todo esto
        empezó a cuestionarse cuando la hipótesis empezó a tomarse en
        serio como alternativa para describir la realidad.
            Entre los escollos a superar se encontraba la ausencia de evi-
        dencias sobre la superficie terrestre de que dicha superficie se
        estuviera moviendo. Es más, todo apuntaba a que la Tierra se en-
        contraba inmóvil. Por ejemplo, una Tierra en rotación supone que
        su velocidad de giro es elevadísima. Nubes y pájaros se deberian
        ver por esa razón siempre desplazándose hacia el oeste ( dado que
        la Tierra gira en sentido contrario). Por otro lado, al lanzar un
        objeto verticalmente desde un edificio de altura considerable, en
        una Tierra en movimiento jamás caeria a los pies. Copémico evi-
        denció que la nueva cosmovisión exigía una nueva física.



        BRUNO Y LA  INFINIDAD DEL ESPACIO

        Los astrónomos se dieron cuenta paulatinamente de la superiori-
        dad de cálculo del copernicanismo, a pesar de que lo rechazaran
        como concepción cosmológica. Cuando comenzó a despertar cu-
        riosidad, sus ideas se empezaron a prohibir - fueron los luteranos
        los que primero tacharon su obra de herética- y su enseñanza fue
        apartada de la universidad. A pesar de este clima global de re-
        chazo, aparecieron astrónomos que se declararon copernicanos.
        Es el caso del inglés Thomas Digges (1546-1595), quien, a partir de
        la observación de una supemova en 1572 -que tal como se verá
        más adelante, es la misma que ocupó a otro de los grandes astró-
        nomos de la época, el danés Tycho Brahe- , escribió que este
        acontecimiento invalidaba el sistema ptolemaico.






                                   EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA   63
   58   59   60   61   62   63   64   65   66   67   68