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sión aristotélica, según la cual las esferas planetarias eran horno-
céntricas (todas con el mismo centro: la Tierra).
Ptolomeo también usó otro artificio destinado a salvar las
apariencias: los ecuantes. Tal como se ha explicado, los plane-
tas tenían que recorrer las trayectorias con velocidades angula-
res constantes. Como las observaciones violaban de nuevo dicho
principio, Ptolomeo supuso que existían unos puntos, denomina-
dos ecuantes, desde los cuales se podía observar la uniformidad
en el movimiento planetario. Este punto tampoco coincidiría con
el centro de la Tierra, lo que explicaría que no fuéramos capaces
de observar dicho movimiento regular. Desde el punto ecuante, el
movimiento planetario tendría una velocidad uniforme, pero no
circular. Desde la Tierra, sería circular, pero no regular. Los ecuan-
tes son una invención destinada a garantizar la posición central de
la Tierra en el universo.
El sistema de Ptolomeo es complejo y muy exacto. Su gran
poder predictivo y su capacidad para salvar las apariencias me-
diante los artificios necesarios, a pesar de que la imagen del mundo
que se derivaba era inconsistente, hizo que fuera muy apreciado
hasta el Renacimiento. Su obra fue la base que utilizaron los astró-
nomos árabes, que interpretaban los datos que obtenían mediante
los recursos geométricos ptolemaicos. La labor de la ciencia árabe
de conservar estas obras y promover las investigaciones astronó-
micas fue aprovechada posteriormente por Occidente, gracias a
que, a partir del siglo xm y xrv, se hicieron traducciones de dichas
obras a partir del árabe.
LA REVOLUCIÓN COPERNICANA
Según una leyenda, Alfonso X el Sabio, tras estudiar las tablas
astronómicas elaboradas por sus astrónomos a partir de las con-
cepciones ptolemaicas, afirmó que en caso de que Dios le hubiera
pedido su opinión antes de crear el mundo, le hubiera aconsejado
que hiciera las cosas un poco más simples. Existía, además, la
inconsistencia entre la explicación fí~ico-mecánica de Aristóteles,
58 EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA