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RECHAZO DEL HELIOCENTRISMO
             Ptolomeo (ca. 100-ca. 170) tuvo en cuen-
             ta la  hipótesis heliocéntrica, pero la des-
             cartó: «Aunque no haya nada quizás en
             los fenómenos celestes que contravenga
             esta hipótesis, sin embargo, a partir de lo
             que ocurre aquí en la  Tierra y en el aire,
             podemos ver que tal idea es francamen-
             te ridícula». Tal como el propio astróno-
             mo reconoce, a partir de la  información
             astronómica recogida es  imposible de-
             cantarse por un modelo u otro. Ambas
             concepciones son  consistentes con  las
             observaciones. Sin  embargo, la  diferen-
             cia  reside en  la  propia Tierra. Si  esta se
             moviera, los efectos de dicho movimien-
             to serían fácilmente observables. Será necesaria una nueva física  -a la  que
             hay que otorgar a Galileo la  paternidad- para que se comprenda que no hay
             incompatibilidad.





       porcionaba además otra ventaja, ya que los astrónomos tenían
       libertad para proponer soluciones y los modelos matemáticos
       que quisieran.  Con tal de que funcionaran,  era indiferente si re-
       sultaban descabellados.
           El astrónomo egipcio Claudio Ptolomeo ha sido el más influ-
       yente de la Antigüedad. Fue el autor de una obra inmensa titulada
       Sintaxis matemática, que en árabe se tradujo como Almagesto
       ( el más grande), y así es como se popularizó en Europa, gracias a
       las traducciones del árabe al latín que se fueron realizando a partir
       del siglo  XIII.  En este libro, Ptolomeo llevó a cabo una inmensa
       tarea de recopilación y compilación de datos y concepciones de
       los  astrónomos precedentes.  Hay aspectos originales,  pero su
       valor reside principalmente en su capacidad para sintetizar el co-
       nocimiento astronómico de la Antigüedad, por ejemplo de astró-
       nomos como Hiparco (ca. 190 a.C.- ca. 120 a.C.), cuya obra se ha
       perdido. Según asegura el autor en la introducción de la obra:





                                  EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA   55
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