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modaran a este principio. Solo Kepler fue capaz de rechazar tal
                     idea, para proponer en su lugar las órbitas elípticas.



                     EL COSMOS A RISTOTÉLICO

                     Para los griegos, todos estos elementos celestes tenían que formar
                     parte de una unidad: el cosmos. ¿Por qué están todos los astros en
                     movimiento? ¿Por qué se sostienen suspendidos en el cielo? ¿Cuál
                     es la estructura del universo? A todas estas preguntas, Aristóteles
                     trató de dar una respuesta consistente y racional.
                         Para el filósofo estagirita, el cosmos era un conjunto de es-
                     feras en rotación colocadas una dentro de otra como si fueran
                     muñecas rusas. Estarían compuestas de un material eterno, in-
                     corruptible y transparente llan1ado éter o quintaesencia. Todos
                     los astros - planetas, Luna y Sol- se encontrarían incrustados
                     en alguna de estas esferas, que en conjunto compondrían un sis-
                     tema mecánico -como si el cosmos fuera un enorme engranaje
                     de reloj- capaz de explicar los movimientos de todos los astros.
                     El círculo y la esfera serían las figuras dominantes a las que se
                     plegaría toda la realidad.
                         El  extremo del universo finito  - la esfera de  las  estrellas
                     fijas- se pondría en movimiento gracias a un primer motor, iden-
                     tificado con la divinidad, y su rotación arrastraría a la esfera si-
                     tuada contiguamente. Este movimiento arrastraría el conjunto de
                     esferas, entre las que se encontrarían las esferas planetarias y tam-
                     bién el resto de esferas intermedias, cuya función sería exclusiva-
                     mente la de transmitir el movimiento y rellenar el vacío (Aristóteles
                     concebía que el universo era pleno).  En el sistema aristotélico
                     había un total de 52 esferas. La transmisión del movimiento proce-
                     dente del primer motor tendría un sentido descendente hasta al-
                     canzar la última esfera, donde se encontraría la Luna
                         El sistema aristotélico tiene la virtud de ofrecer una explica-
                     ción física y mecánica del movimiento de los astros - son arrastra-
                     dos por el movimiento transmitido desde las esferas superiores- ,
                     y también es capaz de aclarar la razón por la que se sostienen en
                     el cielo, al pender claveteados en cada esfera.






         52          EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA
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