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Solo haremos referencia a lo que ha sido rigurosamente probado por
los antiguos, y perfeccionaremos tanto como podamos aquellos as-
pectos que no hayan sido completamente probados o que no se ha-
yan probado de la mejor manera posible.
Como afirma el filósofo de la ciencia Norwood Russell Han-
son (1924-1967), Ptolomeo aspiraba a salvar las apariencias y so-
lucionar problemas, pero a costa de sacrificar la visión de
conjunto. La astronomía ptolemaica ofrecía «una colección de he-
rramientas de cómputo» carente de unidad. Por esa razón, Ptolo-
meo puede ser considerado como «un ingeniero-contratista
celeste que adaptaba sus herramientas con habilidad e ingenio a
cada nuevo problema que iba surgiendo». Entre estos artificios
matemáticos y geométricos se encuentran los epiciclos y deferen-
tes, las excéntricas y los ecuantes.
EPICICLO-DEFERENTE
Los epiciclos y las deferentes son una de las mejores muestras de
la creatividad griega aplicada a resolver problemas aparentemente
irresolubles. Ptolomeo y el resto de los astrónomos de la Antigüe-
dad estaban absolutamente convencidos de que el movimiento
planetario era circular. Sin embargo, la observación de los planetas
en determinadas épocas del año arrojaba un resultado asombroso.
Los planetas, que parecían avanzar a lo largo de las distintas no-
ches de observación, en contraste con las estrellas fijas, llegaba un
momento en que se detenían e incluso retrocedían, para finalmente
retomar el camino hacia delante. ¿Cómo conciliar las apariencias
con los principios? Los artificios matemáticos y geométricos logra-
ron solucionar este tipo de problemas.
En el siglo m a.c., Hiparco tuvo la genial idea de combinar
distintos movimientos en círculo para explicar este extraño bucle.
Según este astrónomo, los planetas orbitarían alrededor de la Tie-
rra combinando dos movimientos: por un lado, un movimiento
circular, llamado epiciclo, alrededor de un punto que simultánea-
mente estaría girando alrededor de la Tierra, y compondría una
56 EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA