Page 62 - 10 Galileo
P. 62
al mismo tiempo?». Con el Sol en el centro, la Tierra tenía que
moverse necesariamente. Por un lado, el movimiento de rotación
diurno. En segundo lugar, un movimiento de traslación anual al-
rededor del Sol. Y en tercer lugar, un movimiento de cabeceo del
eje, como si se tratara de una peonza, que se conoce como prece-
sión de los equinoccios.
«Todo cambio de posición aparente proviene del movimiento
de la cosa vista o del movimiento del espectador,
o de movimientos desiguales de ambos.»
- NICOLÁS COPÉRNICO.
Copérnico mantuvo en su sitio la esfera de las estrellas fijas
que constituirían el límite del universo. Sin embargo, consideró un
sinsentido pensar que dicho límite se encontrara en movimiento
rotacional: «¿Por qué seguimos empeñándonos en hacer mover
algo cuyos límites desconocemos, en lugar de que sea la Tierra la
que lo haga, perteneciendo al cielo la apariencia de movimiento?».
También tuvo que seguir apoyándose en epiciclos y deferentes,
pero en un número menor.
Como puede apreciarse, el sistema copemicano mantuvo las
mismas piezas ptolemaicas, pero encajándolas de forma distinta,
lo que forzaba a ver el mundo desde una nueva perspectiva.
Esta relatividad del movimiento se convertiría en un elemento
central de la nueva física. Para Copémico, explicaba numerosos
fenómenos sin tener que recurrir a tantos recursos artificiales.
CONSECUENCIAS DEL COPERNICANISMO
La obra de Copérnico fue ignorada durante medio siglo. Solo entre
astrónomos obtuvo cierta repercusión, pero entendida como arti-
ficio matemático. Seguían, de hecho, las indicaciones marcadas
por Osiander (1498-1552), el editor de la obra y autor del prólogo,
que animó a que se interpretara según esta respetable tradición
astronómica. En la práctica, era una forma de convertir en pólvora
62 EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA