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GALILEO, KEPLER Y LOS ANAGRAMAS
En dos ocasiones, Galileo escondió sus descubrimientos en anagramas. Kepler
fue uno de los astrónomos más interesados en desvelar lo que ocultaban estos
mensajes secretos. Curiosamente, dio interpretaciones diferentes a las que
pretendía Galileo, pero posteriormente se ha descubierto que eran correctas
desde un punto de vista físico. El anagrama es un juego en el que aparecen
unas letras desordenadas y hay que colocarlas en su orden correcto para en-
contrar el significado oculto. Para el primer anagrama de Galileo sobre Saturno,
Kepler-ordenó las letras de la siguiente manera: «Salve umbistineum geminatum
martia proles», es decir: «Salve, ardientes guerreros hijos de Marte». Según
Kepler, el descubrimiento de Galileo hacía referencia a dos satélites de Marte.
Aunque su interpretación era errónea, en 1877 se observó que Marte tenía dos
lunas, Fobos y Deimos. Sobre las fases de Venus, Galileo, por su falta de segu-
ridad, también las anunció con un anagrama: «HAEC IMMATURA A ME 1AM
FRUSTRA LEGUNTUROY», que textualmente significa: «En vano he leído pre-
maturamente». Kepler encontró ocho posibles combinaciones con sentido,
aunque ninguna era la solución pretendida por Galileo. Lo más curioso de todo
esto es que Kepler propuso la siguiente solución (entre ocho posibles, todas
ellas erróneas): «Macula rufa in }ove est, gyratur mathem, etc.», cuya traducción
sería: «En Júpiter hay una mancha que gira matemáticamente». En la actualidad,
todos hemos visto la mancha de Júpiter, pero se ignoraba su existencia cuan-
do Kepler dio esta solución: se observó por vez primera en el siglo x1x.
EL SOL
Una de sus observaciones más destacadas y polémicas fue la de las
manchas solares, que llevó a cabo a principios de 1611. Para lograr
observarlas, no podía mirar directamente al Sol con el telescopio,
ya que dada la gran cantidad de luz que emite, se hubiera quedado
ciego. Para este tipo de observaciones, lo habitual es usar un pro-
cedimiento indirecto, llamado método de la proyección, que con-
siste en enfocar el telescopio hacia el Sol y proyectar la imagen que
sale del ocular en una superficie blanca. En el caso de que haya
manchas, se pueden observar en dicha superficie como regiones
más oscuras. Galileo logró apreciar las manchas solares usando
métodos parecidos, e incluso se dio cuenta de su constante activi-
dad, movimiento y variabilidad. No fue el primero: hay-constancia
EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA 83