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anillos de Saturno, que en determinadas épocas del año forman un
ángulo que los hace casi invisibles desde la Tierra.
Galileo no podía publicar un descubrimiento sin tener claro
de qué se trataba. Pero por otro lado, cuanto más tiempo tardase
en publicarlo, más riesgo corría de que otro astrónomo se le ade-
lantase. Por esa razón, se le ocurrió un procedimiento por el que
se aseguraba la paternidad del descubrimiento sin desvelar un
ápice de su contenido: envió al secretario del gran duque de Tos-
cana un anagrama que escondía la noticia de su descubrimiento y
lo animaba, a él y a otros astrónomos como Kepler, a que desve-
lara su contenido, lo que era casi imposible por el elevado número
de combinaciones. El anagrama rezaba el siguiente galimatías:
«SMAISMRMILMEPOETALEUMIBVNENUG'ITAVIRAS».
Meses más tarde acabó por desvelar su significado: «ALTIS-
SIMUM PLANETAM TERGIMINUM OBSERVAVI». O lo que es lo
mismo: «Observé que el planeta más alto [ en referencia a Saturno]
era triple».
El historiador Stillman Drake (1910-1993) asegura que Galileo
también observó Urano, aunque lo confundió con una estrella; fi-
nalmente fue descubierto por William Herschel (1738-1822) en
1781. Drake llegó a esta conclusión tras estudiar detenidamente
los cuadernos de Galileo y apreciar que sus anotaciones coinci-
dían con la época en la que Urano tendría que estar oculto por
Saturno. Efectivamente, una de las estrellas dibujada por Galileo
se corresponde en realidad con el planeta Urano.
Otro de los aspectos que Drake puso sobre la mesa es la
extrema precisión de las observaciones de Galileo. Según este
autor, para obtener estos resultados Galileo usaba un aparato
al que solo hace una vaga referencia; de hecho, fue un discípulo
suyo quien hizo una descripción más completa. El dispositivo en
cuestión era muy sencillo: consistía en colocar una rejilla sujeta
al telescopio al lado del objetivo. De este modo, al mirar con un
ojo por el ocular y mantener el otro abierto mirando el retículo
conseguía crear un efecto de rejilla similar al que consiguen los
instrumentos micrométricos. Tal como explica el propio Galileo,
el instrumento servía «para medir intervalos y distancias de ma-
nera exacta».
82 EL TELESCOPIO Y LA REVOLUCIÓN ASTRONÓMICA