Page 122 - 18 Godel
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y la mayor parte del tiempo se sentía triste y sola; como los Godel
                      nunca tuvieron hijos, Adele mitigaba en parte su soledad con una
                      larga colección de mascotas, entre perros, gatos y pájaros. Sus ca-
                      renci3:9 en el uso del idioma inglés y la falta de amigos ( con la sola
                      excepción de algunos vecinos) aumentaban su aislamiento.
                          En Princeton, Godel hizo muy pocos amigos, pero, a diferen-
                      cia de Adele, se trató de una decisión deliberada y no de un des-
                      tino impuesto por las circunstancias. La mayoría de sus amigos
                      se contaban entre sus colegas del Instituto de Estudios Avanza-
                      dos;  dos de los más cercanos fueron Oskar Morgenstern y,  por
                      supuesto, Albert Einstein.


           «Hasta ahora no he encontrado mi "fama" agobiante
           para nada. Eso comienza solamente cuando uno se vuelve
           tan famoso que es reconocido en la calle hasta por
           cualquier niño, como es el caso de Einstein.»
           -  PALABRAS  DE  GóDEL  A SU  MADRE  EN  REFERENCIA  A  SUS  PRIMEROS  TIEMPOS
           EN  PRINCETON  Y SUS  PASEOS  CON  EINSTEIN.


                          Einstein y Godel se habían conocido en 1933 durante la primera
                      visita de Godel a Estados Unidos, cuando ambos fueron presenta-
                      dos por Paul Oppenheim, químico alemán emigrado también por
                      causa de los nazis. Se reencontraron en 1940 con la llegada de Godel
                      a Princeton y en breve tiempo se hicieron muy buenos amigos.
                          Ambos eran muy reservados sobre sus mutuas relaciones y la
                      mayoría de lo que se sabe de la amistad entre Godel y Einstein, muy
                      poco tal vez,  proviene principalmente de la correspondencia que
                      Godel mantenía con su madre, que aún seguía viviendo en Brno.
                      Sabemos que todas las mañanas, entre las diez y las once, Einstein
                      pasaba a buscar a Godel por su casa y ambos iban caminando hacia
                      el Instituto, trayecto que les demandaba más o menos media hora y
                      durante el cual conversaban sobre física, política o filosofía A la una
                      o dos de la tarde ambos regresaban a casa, también conversando.
                          Algunos retazos de esas conversaciones se conservan en las
                      cartas de Godel.  Einstein, según parece, era bastante optimista
                      acerca del destino de la humanidad, aunque con algunas reservas.





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