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inadecuado decir que los ha anotado de principio a fin, porque no
hay un fin). Es muy difícil, por no decir imposible, captar lo que
esto implica. ¿Somos capaces de representarnos un todo que está
mtegramente presente pero que nunca, absolutamente nunca, ter-
mina? De hecho, es imposible mostrar situaciones «reales» en las
que el infinito en acto aparezca. La vida entera del universo, con-
tada desde el Big Bang, tiene una cantidad solo potencialmente
infinita de segundos. Según las temías vigentes, el universo en su
totalidad tendría solamente una cantidad finita de partículas suba-
tórnicas. Ya sea porque en verdad es inimaginable, ya sea porque
no existe en la realidad física, ya sea por razones filosóficas más
profundas, Aristóteles dictaminó que el infinito en acto no existe.
«Hay un concepto que es el corruptor y el desatinador
de los otros. No hablo del Mal cuyo limitado imperio
es la ética; hablo del infinito.»
- JORGE LUIS BORGES. AVATARES DE LA TORTUGA, EN DISCUSIÓN (1932).
A lo largo de siglos, concretamente hasta bien entrado el siglo
XIX, este rechazo al infinito en acto fue sostenido unánimemente
por la ortodoxia occidental, tanto filosófica corno matemática. En
la Edad Media, el pensamiento escolástico reforzó este rechazo al
agregarle una dimensión religiosa. El infinito en acto, según los
escolásticos, era un atributo exclusivo de la Divinidad, y preten-
der que la mente humana fuera capaz de abarcarlo o compren-
derlo por entero era, por lo tanto, una herejía.
A modo de pequeña muestra, exhibamos tres ejemplos en los
que este rechazo al infinito en acto se hizo manifiesto. El primero
es breve, aunque terrible. En el año 1600, Giordano Bruno fue
condenado a morir en la hoguera en parte por haber afirmado en
una de sus obras que el universo contiene infinitos mundos. El
segundo ejemplo: en 1638, Galileo Galilei planteó un argumento
matemático que, según la visión de la época, demostraba que el
infinito en acto es un concepto contradictorio en sí mismo. El ra-
zonamiento, conocido corno la «paradoja de Galileo», dice así:
LA CRISIS DE LOS FUNDAMENTOS 21