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fuere,  Clerselier y otro matemático francés, Jacob Rohault, con-
                    testaron defendiendo a Descartes. Fermat no se amilanó, volvió a
                    la carga, y esta nueva polémica se prolongó durante cuatro años.
                    La falta de interés que había mostrado en 1637 por involucrarse en
                    cuestiones físicas había desaparecido del todo: estaba listo para
                    la batalla.
                        Quiso la suerte que Fermat estuviera en continuo contacto,
                   por razones profesionales, con Marin Cureau de la Chambre, se-
                    cretario del canciller del Reino, Séguier, con el que Fermat, en
                    tanto portavoz del Parlamento, tenía que despachar asuntos ofi-
                    ciales. Cureau de la Chan1bre también tenía inquietudes científi-
                    cas, y acababa de publicar, precisamente en 1657, un libro sobre
                    óptica, llamado Luz, dedicado al cardenal Mazarino. Cureau envió
                   una copia a  Fermat,  que  lo leyó y respondió manifestando su
                   acuerdo con Cureau y su alegría de que el trabajo de este «pondría
                   a M.  Descartes y todos sus amigos a la defensiva».
                       Cureau había planteado un principio físico que ya se conocía
                   desde la Antigüedad:  «La naturaleza opta siempre por el camino
                   más corto». Dicho principio había sido postulado específicamente
                   para casos de reflexión por Herón de Alejandría ( ca.  10-70).  De
                   acuerdo con Herón, Cureau limitaba dicho principio a la reflexión.
                   Fermat, en cambio, lo generalizaba a la refracción, añadiendo la
                   hipótesis de que la razón entre la resistencia al paso de la luz de
                   ambos medios determina el trayecto más corto. Como acostum-
                   braba a hacer, no demostraba lo que afirmaba.  Simplemente lo
                   esbozaba.
                       Ahora bien, aunque Fermat lo planteó en estos términos, un
                   análisis detallado de su razonamiento revela que no estaba calcu-
                   lando el camino más corto.  Estaba calculando,  en realidad,  el
                   tiempo más corto. Fermat había cambiado el principio de Herón:
                   no midió distancias, sino tiempos. ¿Por qué, entonces, intentó Fer-
                   mat enmascarar su razonamiento, basándolo en la autoridad del
                   matemático griego? Por un lado, faltó a su convicción empirista.
                   El principio de Fermat, que así se llama ahora,  era en ese mo-
                   mento un postulado axiomático más que un resultado empírico.
                   Fermat, para luchar contra Descartes, aceptó los términos de este:
                   matematización de la naturaleza y renuncia al empirismo, razo-






        150        LA PROBABILIDAD Y EL PRINCIPIO DE FERMAT
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