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un método racionalista, totalmente aristotélico, para intentar lle-
                    gar a verdades sobre la naturaleza.
                        Había otro elemento que pem1eaba la crítica inicial de Fer-
                    mat hacia la Dióptrica.  Descartes había evitado publicar uno de
                    los apéndices de su obra, El tratado del mundo, en el que expli-
                    caba sus principios físicos, por miedo a la Inquisición. No hacía
                    muchos años que Galileo había sido condenado, y Descartes de-
                    fendía un sistema heliocéntrico, igual que Galileo. Así que Des-
                    cartes se  abstuvo  de  publicar,  privando a  la Dióptrica de  su
                    justificación física y dejándola en un simple tratado matemático.
                    Por tanto, Fermat no tenía forma de conocer las ideas físicas de
                    Descartes. Tan solo conocía su metodología general racionalista.
                    Y los principios matemáticos de la Dióptrica se le antojaron arbi-
                    trarios, sin ninguna base.
                        Veamos a  continuación lo que Fermat no  conocía. La luz,
                    para Descartes,  es un impulso  que  se  comunica por colisión
                    entre partículas muy sutiles, como bolas de billar (prácticamente
                    toda la física cartesiana se basa en colisiones). Como símil Des-
                    cartes hablaba del bastón de un ciego, que al chocar con algo,
                    transmite el impulso de ese choque a la mano del ciego. La luz
                    opera con el ojo de forma similar, siendo el bastón la sucesión de
                    partículas que colisionan unas con otras. Su transmisión, ade-
                    más, es instantánea.
                        Descartes  seguía  razonando  que  el  impulso,  al  ser  una
                    «fuerza» (la fuerza cartesiana no es la misma que la fuerza newto-
                    niana con la que estamos familiarizados), podía descomponerse
                    vectorialmente. A partir de ello derivaba las leyes de la reflexión,
                    que para él era como el choque de una bola de billar contra una
                    pared inamovible ( como se puede comprobar, dicho choque tiene
                    la misma propiedad que la reflexión: el ángulo de incidencia y el
                    de salida son iguales).  De forma más polémica, Descartes de1i-
                    vaba la ley de la refracción -lo que hoy conocemos como ley de
                    Snell- de la conjetura de que, al cambiar a un medio más denso,
                    era necesario que la luz ejerciera más fuerza para poder transmi-
                    tirse, contrarrestando la resistencia del medio.
                        El modelo de Descartes tenía un problema: en un universo
                    de bolas de billar, si cambiar de medio es, por ejemplo, atravesar






        146         LA  PROBABILIDAD Y EL PRINCIPIO DE FERMAT
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