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orden en el que ocurren los casos favorables.  Si calculamos los
         casos favorables basándonos en el orden, la paradoja desaparece.
             Pascal aceptó la explicación de Fermat y dio por resuelto el
         problema Ni Pascal ni Fennat volvieron activamente a la teoría de
         la probabilidad. De todas formas, de esta breve correspondencia
         habían surgido ideas seminales importantísimas para el posterior
         desarrollo de la teoría de la probabilidad, que continuó primero
         Christiaan Huygens y, posteriormente, la genial familia Bernoulli.
             La corrección de Fermat sobre el espacio de muestra es poco
         intuitiva, y cuesta mucho entenderla. Veámoslo con un ejemplo.
         Pongamos por caso que una persona dice que tiene dos hijos, de
         los cuales uno es varón. ¿Cuál es la probabilidad de que su otro
         hijo sea varón? La mayor parte de la gente responderá: 509'6.  Pero
         esto  es incorrecto.  Hay  cuatro posibilidades  en el  espacio de
         muestra, que podemos listar de la forma siguiente:  VH,  W, HV,
         HH. Claramente, la cuarta posibilidad se descarta por la informa-
         ción que nos han proporcionado. Pero quedan tres, no dos posibi-
         lidades igualmente probables. Por tanto, la probabilidad de que el
         otro hijo sea varón es de 1/3.
             Pascal y Fermat habían planteado la forma de razonar sobre
         el  futuro.  Este  era,  si no  completamente  predecible  evento  a
         evento, sí predecible en general, cuando eventos similares se re-
         piten lo suficiente. Era un cambio asombroso, cuyas aplicaciones
         futuras apenas podían vislumbrar.
             En un memorial dirigido a la Academia de Mersenne, Pascal
         hablaba de sus trabajos matemáticos, tenninando con la corres-
         pondencia que había mantenido con Fermat. Ahí aseguraba que
         ambos habían logrado algo paradójico:


             Así, juntando el rigor de las demostraciones de la ciencia con la in-
             certidumbre del azar, y conciliando ambas cosas en apariencia con-
             trarias, puede, obteniendo su nombre de las dos, atribuirse con razón
             el asombroso título de «geometría del azar».


             Pascal, pues, tenía ya plena conciencia del logro:  encontrar
         que el azar se repartía, como norma general, de forma «justa» (son
         sus palabras, algo teológi_cas), y que dicho reparto era matemati-






                                       LA PROBABILIDAD Y EL PRINCIPIO DE FERMAT   143
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