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de vapor está determinada de una forma tan exacta como las ór-
bitas planetalias», aduce en el Ensayo. En el campo de la mecá-
nica celeste el sueño de una Inteligencia Suprema se había hecho
realidad. Sin embargo, según Laplace, cuando descendemos a la
Tierra la ignorancia de las múltiples causas que producen los su-
cesos nos previene de hacer aserciones con la misma certeza.
Dada la imposibilidad de un conocimiento total, el hombre lo
compensa determinando los diferentes grados de posibilidad. En
consecuencia, debernos a la debilidad de la mente humana una de
las más delicadas e ingeniosas teorías matemáticas, la ciencia del
azar o de las probabilidades, donde el azar no es más que la me-
dida de nuestra ignorancia de las causas.
Corno el universo es determinista, en el sentido de que todo
acontecimiento está enlazado causalmente, la previsibilidad no es
exclusiva de los fenómenos celestes. Pero los hechos terrestres,
aunque estrictamente predecibles, no lo son más que de forma
probabilística. La verdadera originalidad de Laplace descansa en
impulsar esa rama nueva de las matemáticas, que abarcaría no
solo la matemática de los juegos y de las urnas hipotéticas, sino
también la estimación de los errores científicos, la estadística, la
cuantificación de las evidencias e incluso la causalidad filosófica.
Hoy, dos siglos más tarde, sabernos que Laplace acertó al su-
gerir la fecundidad de la ciencia de las probabilidades, pero tam-
bién que se equivocó al creer que el sueño de la Inteligencia
Suprema estaba prácticamente cumplido en el campo de la mecá-
nica celeste. El universo newtoniano parecía constituir el mejor
ejemplo de un mecanismo perfecto de relojería: en él todo estaba
predeterminado, y conociendo con precisión los detalles de una
causa podían predecirse, con igual exactitud, los efectos de la
misma. Pero el sistema del mundo albergaba, corno vimos en el
capítulo 2, la semilla del caos.
La mecánica y las leyes de la física son en realidad mucho
más ricas de lo que Laplace soñó que fuera posible. Él creía firme-
mente que un sistema determinista, un sistema que siguiera las
leyes de Newton, tenía que ser necesariamente predecible. Sin
embargo, corno descubriera Poincaré, un sistema que obedezca
las leyes de Newton puede convertirse en caótico e impredecible.
PROBABILIDAD Y DETERMINISMO 145