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sas. Por tanto, el flujo  de una galaxia individual no era un buen
                     indicador de distancia. Solo la relación entre flujo y distancia se
                     cumpliría estadísticamente. Sin embargo, eligiendo solo las ga-
                     laxias más luminosas de un cúmulo -según se aseguró Hubble-,
                     el indicador de distancia era mucho mejor. Aunque el método no
                     era tan preciso corno el de las cefeidas, era utilizable; al menos,
                     entonces no se contaba con nada mejor.






               LAS MEDIDAS DE VELOCIDAD DE HUMASON
               Slipher obtuvo velocidades de muchas
               nébulas espirales,  pero si  se  quería es-
               tablecer la  que habría de llamarse en  el
               futuro «ley de Hubble», había que medir
               muchas más velocidades y, especialmen-
               te,  para  nébulas mucho más distantes,
               por tanto muy débiles, no accesibles al
               modesto  telescopio  de Slipher.  Había
               que utilizar el  telescopio de 100 pulga-
               das de Mount Wilson. Las  medidas con
               este telescopio eran  realmente mucho
               más profundas. El  astrónomo asistente,
               Milton Humason, «Milt», como se  le  lla-
               maba, iba encontrando nébulas muy dé-
               biles y obtenía su desplazamiento al rojo.
               A partir de ahí, el mayor Hubble calculaba
               la  velocidad, sorprendiéndose Milt de la   El astrónomo estadounidense Milton
               rapidez con que lo hacía. Eso  pensaba   Humasen. Su  importante papel en la
                                                 cosmología observacional está
               Milt, aunque en realidad lo que debía ha-  infravalorado.
               cer Hubble era simplemente multiplicar
               el desplazamiento al  rojo por la veloci-
               dad de la luz.  Humason fue obteniendo velocidades más y más altas. Primero
               encontró una nébula con una velocidad aparente de 3 000 km/ s,  mucho más
               alta que las que había encontrado Slipher.  Esto no fue  nada, porque en  un
               día  milagroso para la  astronomía llegó a medir 20000 km/s, lo que celebró
               abriendo una botella de Panther Juice que compartió con su colega de obser-
               vación aquel día. Empezaban a obtenerse velocidades del orden de la décima
               parte de la  inalcanzable velociqad de la  luz. Cuando la  alcanzaran, lestarían
               hablando de los confines del universo? Eran días verdaderamente mágicos
               para Milt y el  mayor Hubble.







         102         LA LEY DE  HUBBLE
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