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al celuloide sus geniales ideas. El escritor y filósofo británico H.
G. Wells (1866-1946) estuvo también en la mansión de Hubble.
Curiosamente, el literato de ciencia-ficción, autor de La máquina
del tiempo (1895) y La guerra de los mundos (1898) se encaró
con Edwin diciéndole que lo que él hacía era investigación, pero
no ciencia. No cabe duda de que no tenía ninguna razón, pero es
cierto que la diferenciación podría hacerse en la época actual para
muchos científicos de oficio. No era el caso de Hubble. Él se in-
teresaba por muchos otros temas, no solo científicos, y tenía una
vasta biblioteca, que incluía algunos temas en los que profundizó
más, tales como los insectos, los fósiles, los libros antiguos y la
historia de la ciencia.
«En el más oscuro horizonte, buscamos señales que son
escasamente más significativas que los errores observacionales.
La investigación continúa. El deseo es más viejo que la historia.
No se ha satisfecho y no será oprimido.»
- EDWIN POWELL HUBBLE.
Pero la persona destacada en el mundo cultural con quien los
Hubble mantuvieron una amistad más duradera y estable fue con
Aldous Huxley, el famoso escritor cuya obra más conocida quizá
sea Un mundo feliz (1932), y su esposa María. Por lo pronto, Al-
dous medía 1,98 m, una condición apropiada para convertirse en
amigo de Edwin, y compa1tían muchas ideas, incluso sus puntos
de vista sobre las clases desheredadas. Solo eran irreconciliables
en una cuestión: Aldous era antibelicista, mientras que el mayor
Hubble no entendía por qué Estados Unidos se .retrasaba en par-
ticipar en la Segunda Guerra Mundial. Esta diferente actitud ante
la guerra acabaría enfriando esta singular amistad.
Además de otros clubes, ateneos y sociedades culturales,
Hubble fue un asiduo miembro de la Huntington Library and Art
Gallery, de la cual incluso era miembro de la junta directiva.
Aunque por entonces ya había muerto, el multimillonario Henry
Edwards Huntington (1850-1927) había creado un lugar paradi-
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