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t:ando la existencia y la naturaleza de Dios a través de la razón. Sus
        convicciones religiosas eran heterodoxas para la época y era con-
        trario a las ideas liberales de la Iglesia protest:ante de Alemania Una
        parte esencial de sus creencias era su confianza en la armonía e
        integridad del gran diseño de la creación. Las cartas más personales
        de  Gauss muestran que creía firmemente  en la inmortalidad del
        alma y en la existencia de una vida después de la muerte, pero no
        ciertamente en concordancia con los postulados del cristianismo.


                   «La vida está antes que yo, como una eterna primavera
                                                con nueva y brillante ropa.»
                                                           -  CARL  FRIEDRICH  GAUSS.


            Le atraía especialmente la literatura inglesa. Leía ávidamente
        las novelas históricas de su contemporáneo sir Walter Scott en
        cuanto aparecían. La facilidad con que dominó los idiomas du-
        rante su juventud la conservó durante toda su vida. Las lenguas
        eran para él una verdadera diversión. Cuando ya era anciano quiso
        comprobar la flexibilidad de su cerebro aprendiendo un nuevo
        idioma. Creía que este ejercicio le ayudaría a mantener joven su
        mente, y además estaba empeñado en leer los trabajos de Loba-
        chevski antes de que se tradttjeran. En efecto, con sesenta y ocho
        años comenzó a estudiar ruso sin ayuda de nadie. A los dos años
        leía las obras rusas en prosa y en verso con facilidad, y escribía en
        ruso sus cartas a los amigos científicos de San Petersburgo. En
        opinión de los rusos que le visitaron en Gotinga, hablaba su idioma
        perfectamente. Gauss situaba la literatura rusa al nivel de la in-
        glesa por el placer que le proporcionaba.
            Al final de su vida, no fue un científico encerrado en su propio
        mundo. A Gauss le interesaba la política mundial, a la que dedi-
        caba una hora al día; visitaba las bibliotecas con regularidad y se
        mantenía al corriente de los acontecimientos leyendo todos los
        diarios recibidos, desde el Times de Londres a las revistas locales
        de Gotinga.
            En política era claramente conservador, pero no en el sentido
        de «reaccionario». No se oponía a las reformas por principio, aun-






                                   EL  LEGADO DEL «PRÍNCIPE DE  LOS MÁTEMÁTICOS»   157
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