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época todavía una conjetura-, que hoy reciben el nombre de
                    números primos de  Germain.  Gauss estaba impresionado por
                    las cartas que recibía de un tal Monsieur Le Blanc y quedó mara-
                    villado al enterarse, tras larga correspondencia, de que el Mon-
                    sieur era en realidad una Mademoiselle. Gauss no solo no demos-
                    tró ningún prejuicio en contra de las mujeres, sino que lo valoró
                    especialmente y le escribió en una carta:


                        El gusto por los misterios de los números es raro. La fascinación de
                        esta ciencia sublime se revela en toda su belleza solo a aquellos que
                        tienen el valor de desentrañarla. Pero cuando una mujer, que a cau-
                        sa de su sexo es víctima de nuestras costumbres y prejuicios, supe-
                        ra estos impedimentos y penetra en lo más profundo, es indudable
                        que está dotada de un coraje notabilísimo, de un talento extraordi-
                        nario y de un genio superior.

                        Gauss intentó convencer a la Universidad de Gotinga para
                    que concediera a Sophie un doctorado honoris causa, pero Ger-
                    main murió antes de que Gauss lo consiguiera.
                        Más significativo de la importancia de Gauss entre sus con-
                    temporáneos que cualquier distinción o premio fue la forma en
                    que el Gobierno de Westfalia, en ese momento en manos de los
                    ocupantes franceses, se esforzó en cumplir su promesa de cons-
                    truir un nuevo observatorio. Se destinaron ingentes fondos para
                    tal fin y en 1814, cuando el reino de Westfalia dejó de existir, se
                    habían hecho notables progresos en un tiempo marcado por las
                    grandes restricciones económicas, pues recordemos que Prusia
                    había sido derrotada por Francia. Incluso con esas limitaciones,
                    Gauss siempre pudo adquirir el material que consideraba nece-
                    sario para sus investigaciones. Durante su estancia en la univer-
                    sidad,  Gauss consiguió dotar becas para estudiantes, entre los
                    que se encuentran Christian Ludwig Gerling (1788-1864) y August
                    Méibius (1790-1868), creador de la famosa cinta que lleva su nom-
                    bre. El primero fue un físico de gran valía, y el segundo, un reco-
                    nocido matemático y astrónomo.
                        Se ha apuntado con frecuencia que Gauss no estaba intere-
                    sado en la enseñanza, y que su esfuerzo estaba mucho más orien-





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