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Este invierno estoy dando dos cursos de conferencias a tres estu-
diantes, de los cuales uno está regularmente preparado, el otro me-
nos que regularmente, y el tercero carece de preparación y capaci-
dad. Tales son las cargas de una cátedra de Matemáticas.
Cuando Gauss encontró estudiantes que eran capaces de
aprovechar sus enseñanzas, se interesó enormemente por sus pro-
gresos y su correspondencia está llena de cartas y de consejos,
explicando las cosas en detalle y repetidamente. Lo que sí es
cierto es que demostraba poca paciencia con los incapaces o des-
motivados. Gauss siempre esperaba que sus alumnos pudieran
trabajar y pensar de forma autónoma. Sus propios esfuerzos, más
que las clases o explicaciones de los profesores, debían ser el cen-
tro de sus estudios. Esta actitud no fue bien comprendida y entró
en conflicto con las ideas pedagógicas del siglo XIX. Esa es una de
las razones del retrato convencional de Gauss como un mal pro-
fesor, solo preocupado por sus propias investigaciones. Solo el
hecho de haber sido maestro y mentor de Bernhard Riemann
(1826-1866), acaso el matemático más notable de la segunda mitad
del siglo XIX, ya debería haberlo redimido de cualquier acusación
de no haber transmitido su saber a las nuevas generaciones.
72 «DISOUISITIONES ARITHMETICAE»