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En su Vida de Marcelo, Plutarco también hace referencia a la
mano de hierro:
En cuanto a las naves, a unas las asían por medio de grandes made-
ros con punta, que repentinamente aparecieron en el· aire saliendo
desde la muralla, y, alzándose en alto con unos contrapesos, las
hacían luego sumirse en el mar, y a otras, levantándolas rectas por
la proa con garfios de hierro semejantes al pico de las grullas, las
hacían caer en el agua por la popa, o atrayéndolas y arrastrándolas
con máquinas que calaban adentro las estrellaban en las rocas y
escollos que abundaban bajo la muralla, con gran ruina de la
· tripulación.
ARQUÍMEDES: MITOS Y REALIDADES
A lo largo de la presente obra se han repasado las historias reales y las leyen-
das sobre la vida, los descubrimientos y las invenciones de Arquímedes. Lle-
gados a este punto podemos hacer una recopilación de las afirmaciones más
destacadas y conocidas:
l. «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo.» Frase atribuida falsa-
mente a Arquímedes, tomando el sentido estricto de su significado, pues-
to que tenía conocimientos sobrados para comprobar que no era posible.
2. «iEureka!, ieureka!» Expresión de alegría que supuestamente pronunció
al introducirse en un baño público y descubrir el principio de la hidrostá-
tica. Es muy poco probable que la historia sea cierta en sus detalles;
posiblemente Vitruvio la adornó literariamente.
3. La corona del rey Hierón 11. Seguramente la anécdota de la corona es
cierta, aunque el modo de demostración de la estafa sería mediante la
combinación del principio de la hidrostática y de la ley de la palanca, no
simplemente rebosando agua de un recipiente.
4. El epitafio en la tumba. Es muy probable que sea cierto que Arquímedes
pidiera que grabaran en su epitafio una esfera dentro de un cilindro. Ci-
cerón encontró la tumba, ya dañada, pero no ha llegado a nuestros días.
136 EL INGENIERO DE LA GUERRA