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ecuaciones de movinúento de Galileo sirven para conocer la posi-
       ción y la velocidad de un cuerpo a lo largo de su movinúento en el
       vacío y pueden usarse con gran precisión en un campo gravitato-
       rio, es decir, al dejar caer un cuerpo desde cierta altura. Sin em-
       bargo, el aire es un fluido y ofrece una resistencia a la caída, lo cual
       se traduce en que las ecuaciones de movinúento no son válidas. En
       1971, el astronauta del Apolo 15 David Scott dejó caer una pluma
       y un martillo sobre la superficie lunar, para comprobar que ambos
       llegaban a la par al suelo, dada la ausencia de atmósfera en nuestro
       satélite y,  por ende,  la carencia de rozamiento, pudiéndose así
       cumplir las ecuaciones de movinúento de Galileo. «Lo que demues-
       tra que las ideas del Sr. Galileo eran correctas», comentó Scott al
       finalizar el famoso experimento, como homenaje al toscano y de
       forma implícita a su maestro Arquímedes.





       «EL CONTADOR DE ARENA»

       La única obra de divulgación científica conocida de Arquímedes es
       El contador de  arena, citada habitualmente como El Arenario
       (Psammites, en griego). El comienzo del tratado se abre con una
       dedicatoria a Gelón de Siracusa, hijo de Hierón II,  a quien acom-
       pañó en la corregencia. Incluso siendo consciente de la dificultad
       que pueda entrañar un texto de contenido científico, le anima di-
       ciendo: «Pero yo intentaré hacerte ver, mediante demostraciones
       geométricas que podrás comprender [ ... ] ». Tras un largo ir y venir
       de números enormes, cierra la disertación recordándole a las per-
       sonas poco familiarizadas con las matemáticas que podrían estar
       interesadas en el asunto y acaba despidiéndose de Gelón:  «Pensé
       que tampoco a ti dejaría de convenirte conocer estos resultados».
       Algunos expertos han considerado que el texto fue de poco interés
       para los hombres de la época e inmediatamente posteriores, pues
       conserva casi intacto el dialecto de Siracusa. A pesar de ello, la
       existencia de este texto nos presenta a un Arquímedes más cer-
       cano a la realidad, interesado por la divulgación científica y por la
       popularización del conocimiento.





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