Page 58 - Mucho antes de ser mujer
P. 58
Mucho antes de ser mujer
Ella continuó rellenando unos formularios que tenía sobre el pupi-
tre, al terminar levantó la vista y se quedó mirándome un buen rato
sin decirme nada, como si esperase leer en mis ojos la respuesta a
una inexistente pregunta. Yo, allí sentada con las manos entrelaza-
das sobre mis rodillas y los pies juntos, esperé en silencio a que Bea-
triz me inquiriese. Pasados unos segundos ella tomó la iniciativa.
—Y bien Ana, ¿cómo te sientes?, ¿estás cómoda o prefieres que
vallamos al sofá?
—No, así está bien.
—Bueno, como ya te he dicho, tenemos que hablar de lo que
has intentado hacer, sé que no te resultará agradable; pero es indis-
pensable que charlemos para poder comprender tu problema.
—Lo sé, ¿qué quiere que le diga?
—Antes de nada, háblame, sobre ti. ¿Qué tal te va en el cole?
—Bueno, se me da bien; pero últimamente no he estado pres-
tándole mucha atención.
—¿Y por qué razón no estabas prestando atención, has tenido
algún problema que te haya hecho perder el interés por los estudios?
Me estaba costando mucho abrirme ante aquella mujer, pero
el hecho de ser una desconocida y su innegable capacidad de per-
suasión hizo que sincerarme no resultase tan duro.
—Todo iba bien desde que vivo con Tía Carmen; pero cono-
cí a un chico en el instituto y desde entonces las cosas se me han
complicado mucho.
Durante más de dos horas estuvimos hablando sobre mí, Bea-
triz se mostraba muy interesada y yo, por primera vez en mi vida,
me confesaba abiertamente ante alguien, lloraba y era consolada.
Después de poner en conocimiento de la psicóloga todas las vici-
situdes por las que había tenido que pasar a lo largo de mi corta
existencia me sentía mucho más ligera, mas liberada, como si hu-
biese encontrado con quien compartir una pesada carga que había
venido arrastrando desde muy pequeña.
—Realmente lo has pasado mal, Ana, comprendo que te sien-
— 57—