Page 91 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

                 —Hola, me llamo Ana.
                 —¿Qué tal Ana? —me respondió la que parecía ser más deci-
            dida—, ¿no te acuerdas de nosotras?
                 No me había parado a pensar quienes podrían ser aquellas dos
            adolescentes, pero al decirme aquello me esforcé en recordar y, una
            vez más, me invadió una gran alegría. Eran Estela y Noemí, mis dos
            mejores amigas durante el pupilaje en el centro educativo; hacía
            tanto tiempo que no pensaba en ellas que no pude reconocerlas a
            primera vista.
                 —Sois Estela y Noemí, no os conocía, que alegría veros de
            nuevo —las tres nos saludamos efusivamente, el tiempo transcurri-
            do había enfriado mucho nuestra relación, como era lógico—, hace
            tanto que no nos vemos… ¿qué tal os ha ido?
                 —Estamos muy bien, seguimos en el centro, queremos termi-
            nar allí nuestros estudios para ir luego a la universidad si todo sale
            bien.
                 —No me lo puedo creer, cuántos años han pasado; ya ni me
            acordaba de las travesuras que hemos hecho juntas. ¿Y Elena?, ¿no
            ha querido venir con vosotras?
                 Antes de que ninguna pudiese responderme intervino Mó-
            nica.
                 —Elena ya no está en el internado, hace más de dos años que
            se escapó y no hemos vuelto a saber de ella.
                 —Pero, ¿cómo que se escapó?, ¿no la habéis buscado?
                 —Claro que la buscamos, desde entonces la estamos buscan-
            do, pero no ha habido suerte; el caso está en manos de la policía,
            esperamos que lleguen a encontrarla algún día y que podamos saber
            al menos que está bien, mientras tanto sólo podemos rezar por ella.
                 —¿Pero se fue voluntariamente o desapareció sin más?
                 —Conoció a un chico, mucho mayor que ella, aquel mucha-
            cho la tenía absorbida, no había manera de hacerle ver que no le
            convenía estar con él, ella tenía sólo once años y él diecisiete. Una
            mañana salió corriendo de la clase porque lo vio al otro lado de la


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