Page 147 - De la luz a las tinieblas
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logró que superasen su aprensión. Finalmente, accedieron a
mantener con él una pequeña plática.
—Hola, me llamo Andrés. He llegado hace unas horas,
con unos amigos, y nos dirigimos hacia el portal de la salida.
Nos hemos topado con este poblado por casualidad.
—Ya hemos sabido de vuestra llegada. Aquí las
novedades se conocen enseguida.
—Desde que he traspasado aquella extraña luz, solo he
hallado oscuridad y clausura. En la primera aldea en la que
he estado no había niños ni mujeres. Tampoco se veía gente
por las calles, como aquí. No entiendo la razón de tan notable
discrepancia. Si aún seguimos estando en la misma
dimensión, ¿por qué existe tanta diferencia en el modo de
vida, entre dos sitios supuestamente pertenecientes a un
mismo universo? Todo aquí se asemeja más a la normalidad.
—Los cazadores van trayendo a esta aldea a quienes el
Guardián Supremo los considera merecedores de una mejor
existencia. Todos entramos igual que tú, y todos hemos
tenido que pasar por esas infernales aldeas. Algunos nunca
consiguen salir de ellas, pero otros muchos son elegidos para
instalarse aquí definitivamente. Somos los privilegiados.
Disponemos de alimento, y unas mejores condiciones que
hacen más llevadera nuestras vidas. Además, la oscuridad es
mucho menos intensa. Nuestros ojos se acostumbran a
percibir el ambiente con naturalidad. Los que hemos sido
traídos aquí ya nunca seremos trasladados al castillo del
fuego. Este es nuestro destino final. Aquí pasaremos toda la
eternidad, sin envejecer y sin morir jamás. Pero vosotros no
habéis sido elegidos, deberíais haber permanecido en vuestra
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