Page 143 - De la luz a las tinieblas
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Orgán, una vez más, les explico a los góronas la situación.
          Al cabo de un rato de intercambiar palabras y gruñidos, se
          dirigió a los demás.
              —Ellos  están  de  acuerdo  en  quedarse  afuera.  Les  he

          asegurado  que  no  existe  ningún  peligro. Acamparán  en  el
          exterior. Nosotros les llevaremos agua y alimentos mientras
          no reemprendamos la marcha.
              —Está bien, siendo así podéis quedaros. Pero, si viniesen
          los cazadores, debemos comunicarles vuestra presencia aquí.
          Nadie, que no haya sido elegido, puede permanecer en esta
          aldea. Si os ocultásemos, seriamos castigados nosotros.
              —Lo comprendemos. Tan solo estaremos el tiempo justo
          para descansar y abastecernos. Después retomaremos nuestro
          camino.
              —Seréis bien atendidos.
              —Os  agradecemos  mucho  vuestra  hospitalidad.  No
          deseamos crearos ningún problema —concluyó Andrés.
              Gosún  y  Garan  recogieron  sus  cosas  y  salieron  del

          poblado. Mientras tanto, los demás tomaban contacto con los
          locales.
              Los  lugareños  los  llevaron  hasta  una  cabaña  vacía,
          ubicada al fondo de la calle principal. Allí habrían de tener
          su estancia, entre los nuevos y esporádicos vecinos.
              —Aquí estaréis bien. Podéis pescar en el lago, o salir de
          caza. Tenéis el barreño con agua y los catres para dormir. No
          es gran cosa, pero las comodidades en este lugar no son una
          opción.







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