Page 138 - De la luz a las tinieblas
P. 138

Llevaban ya unas horas caminando. Nada había variado.
          La misma penumbra y las lúgubres sombras producidas por
          las ramas bajas y los peñascos llenaban el entorno.
              Al pasar por una zona de difícil tránsito, se toparon con

          un nuevo claro entre los árboles. Según fueron avanzando, el
          espacio se hizo más mayor. En la opacidad, no alcanzaban a
          distinguir  nada  más allá  de  unos  cuantos  metros, pero los
          tranquilizó salir del entramado arbóreo.
              Allí, al menos, no podrían ser emboscados desde la negra
          frondosidad del bosque. Ante sí tenían un campo abierto. Un
          suelo llano y uniforme, cubierto por aquella hierba roja, tan
          característica.
              A Andrés le recordó al mismo terreno que había recorrido
          con  Alterio,  cuando  ya  se  acercaban  al  poblado.  Aquella
          sensación le produjo escalofríos. Se le erizó el bello, y se
          apoderó  de  él  un  inexplicable  nerviosismo.  Se  sentía
          emocionado. Algo en su interior le decía que habían hallado
          el  buen  camino.  Que  muy  cerca  encontrarían  un  nuevo

          poblado.
              Aligeró el paso, gritando a sus compañeros con inusitada
          alegría.
              —Vamos, apurad. Creo que hemos llegado a otra aldea.
              —¿De  qué  hablas  muchacho?,  ¿dónde  ves  tú  aldea
          alguna? —le preguntó Orgán, sorprendido por su reacción.
              —Este descampado. Es igual que el que atravesamos al
          llegar a vuestro poblado. ¿Acaso no os resulta familiar?
              Era  evidente  que  la  zona  tenía  un  gran  parecido.  Sin
          embargo,  ante  ellos  no  se  veía  nada.  El  aumento  de  la





                                         144
   133   134   135   136   137   138   139   140   141   142   143