Page 152 - De la luz a las tinieblas
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Los  otros  tres  se  miraron,  asintiendo  con  un  gesto
          inconfundible. Sabían que el viejo tenía razón, aunque no les
          resultaba  fácil  separarse  de  él  sabiendo  que  nunca  más
          volverían a verlo. Pero su proposición tenía toda la lógica,

          dadas las circunstancias.
              Salieron  los  cuatro  en  busca  del  grupo  que  los  había
          acomodado al llegar. Les pedirían a ellos autorización para
          que Alterio pudiese quedarse.
              Recorrieron  varios  senderos,  guiados  por  quienes
          tuvieron  a  bien  responderles,  hasta  llegar  a  una  cabaña,
          relativamente grande, que se encontraba casi al final de la
          aldea. Tal como les habían indicado, allí vivía Heraán, quien,
          supuestamente,  llevaba  la  voz  cantante.  Una  especie  de
          cacique  que,  en  compañía  de  unos  cuantos  consejeros,
          tomaba  las  decisiones  importantes  que  afectaban  a  la
          sociedad.
              Llamaron a la puerta. Heraán no tardó en aparecer. Sin
          invitarles a pasar, se interesó por el motivo de aquella visita.

              Andrés tomó la iniciativa. No sería sencillo convencer a
          aquel hombre. Eran conscientes del temor que se extendía por
          toda la población.
              Durante un buen rato, la conversación giró en torno a los
          peligros que suponía para la comunidad aceptar que Alterio
          se quedase allí.
              Finalmente,  sin  comprometerse  a  nada,  Heraán  les
          respondió que convocaría a sus consejeros, y lo decidirían
          entre todos.
              —Acompañadme —les dijo.





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