Page 89 - De la luz a las tinieblas
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—¿Os han dicho a que han ido? —le preguntó Orgán a
          los centinelas.

              —No. Tampoco les hemos preguntado. Desde que volvió
          con ese joven, Alterio no parece el mismo. Esa idea de ir en
          busca de una salida, parece que le ha despertado su vena de
          aventurero —respondió uno de los alertos entre risas.
              —¿No creéis que pueda tener razón el joven?
              —¿Cuántos años lleváis aquí?
              —Muchos. Sin duda.

              —Efectivamente.  Al  igual  que  la  mayoría.  Si  nunca
          hemos  podido  salir  los  demás,  ¿por  qué  razón  iba  a
          conseguirlo  ese  chico,  que  ha  llegado  hace  tan  solo  unas
          cuantas jornadas? No considero que todos hayamos sido tan
          tontos durante tanto tiempo. Ese muchacho no tiene idea de

          a que se enfrenta.
              —Está bien. Muchas gracias por todo. Los esperaremos
          en su cabaña —cortó Orgán la conversación.
              Sería inútil obtener el apoyo de aquellos hombres. Y no
          deseaba  perder  tiempo  en  explicaciones.  Además,  no
          favorecía en nada a sus intenciones que las palabras de los

          guardas hiciesen mella en la débil voluntad de Dalman.
              Se  alejaron  en  la  oscuridad.  Tomaron  el  camino  que
          bordeaba el lago, y luego, girando a la izquierda, enfilaron el
          sendero que conducía a la cabaña de Alterio.
              La  puerta  solo  estaba  arrimada  -como  todas  en  aquel

          poblado-,  la  franquearon,  y  accedieron  al  interior.  Se
          sentaron, uno en el taburete central y el otro sobre el catre de




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