Page 91 - De la luz a las tinieblas
P. 91

Abandonaron  la  cabaña  y  se  dirigieron  sendero  arriba.
          Los góronas habitaban en la parte alta del valle. Hacia allí se

          encaminaron. Pronto llegaron a un cruce de caminos. Giraron
          a la izquierda. Unos metros más adelante lo hicieron hacia la
          derecha y, poco después, llegaban a una cabaña de grandes
          dimensiones. Mucho mayor que ninguna de las existentes en
          la aldea.
              Algo apartada del resto, y rodeada por árboles que crecían
          dentro de la empalizada que protegía a la población, tenían

          su vivienda los góronas.
              Llamaron a la puerta. Al cabo de un momento les abrió
          un górona extrañado. Aquellos seres nunca fueran visitados
          en su habitad por humanos. Su relación con ellos era siempre
          individual.  La  presencia  allí  de  aquellos  dos  hombres  les

          resultó algo extraordinario.
              El  górona  emitió,  a  modo  de  saludo,  uno  de  aquellos
          guturales bramidos que caracterizaban su lenguaje.
              Orgán,  erigido  en  portavoz,  le  respondió  con  un
          movimiento de cabeza. Sin más rodeos, tomó la iniciativa.
              —¿Está Gosún aquí?

              No  era  fácil  entenderse  con  aquellos  individuos.  Las
          frases eran breves y palmarias. Acompañadas, en la mayoría
          de los casos, por señas para reforzar la comunicación.
              El górona captó el nombre de su congénere, dio media
          vuelta y fue en busca de Gosún.

              Al cabo de unos segundos apareció el fiel servidor que
          atendía a diario las necesidades de sus protectores




                                         97
   86   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96