Page 96 - De la luz a las tinieblas
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—Tal vez. Podríamos intentarlo, aunque todas esas cosas
          no  las  fabrica  él  solo.  Viven  en  comunidad,  en  una  gran

          cabaña  que  comparten  entre  todos,  allí  fabrican  los
          recipientes para el agua, machetes y otros utensilios. Podría
          decirse que son una especie de artesanos en la nada —explico
          Alterio entre risas.
              —¿Podríamos ponernos en contacto con él, ahora?
              —Nunca he estado en su cabaña, ni siquiera sé cómo se
          llega allí. Solo conozco a Garan por ser quien me trae las

          cosas. Como ya habrás notado, ni siquiera a él lo conozco de
          vista. Además, tampoco es sencillo reconocerlo por su voz.
          Se comunican mediante gestos y gruñidos.
              —¿Cómo le ha podido decir entonces su nombre? ¿Cómo
          logran entenderse cuando viene a servirle?

              —Es algo que he aprendido con el tiempo. He logrado
          relacionar  sus incomprensibles berreos  con las  actividades
          cotidianas.  Él, por su parte, pone todo el empeño en hacerse
          comprender. Así, adaptando nuestro vocabulario a la fonética
          de  sus  graznidos,  he  conseguido  descifrar  parte  de  su
          vocabulario.  Ellos,  en  cambio,  nos  entienden  a  nosotros.

          Aprenden con bastante facilidad.
              —Entonces  le  podremos  explicar  lo  que  necesitamos.
          Quizás pueda convencer a sus semejantes. Nada perdemos
          con intentarlo.
              Estando imbuidos en la conversación, ideando la manera

          de persuadir a Garan para que los ayudase en sus propósitos,
          alguien llamó a la puerta. Andrés se apresuró en abrir. Estaba
          afligido por el revés sufrido en su previsión, pero, al mismo


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