Page 98 - De la luz a las tinieblas
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y que han sido ellos quienes han hecho este machete. Quizás
puedan hacernos unos cuantos. También puntas de lanza,
para colocarlas en las varas que hemos traído del bosque.
—No creo que haya problema en eso —respondió Orgán–
. Aunque no tengo muy claro que utilidad podrían tener las
armas. Ningún ser que pueda habitar el bosque nos atacaría,
saben de nuestra inmortalidad. Solo el guardián o sus
cazadores podrían acometernos, y dudo que las armas sirvan
de mucho ante ellos.
—Quizás a nosotros no nos ataquen, pero sí a los góronas.
He pensado en que nos acompañe alguno de ellos. Nos serían
de gran utilidad. Por otra parte, no tengo tan asumido lo de
nuestra indefensión ante los cazadores. No dejaré que me
capturen sin luchar.
—Muchacho, no sé si estás más loco por una razón o por
la otra. Desde luego, tu optimismo roza la demencia. Si
supones que podríamos defendernos ante los cazadores es
que no estás en tus cabales. En cuanto a hacernos acompañar
por los góronas, es una locura mayor que la anterior, si cabe.
¿Por qué habría un górona de arriesgarse a venir con
nosotros? En nada les beneficia. Su mundo es este, y aunque
consiguiésemos encontrar la luz al exterior, ellos jamás
podrían traspasarla. Se quedarían solos, ante los peligros que
pudiesen acecharlos. Probablemente, sin provisiones y a
expensas de ser devorados por los salvajes de ahí afuera. Los
góronas puede que sean feos y serviles, pero no son
estúpidos, chico.
—Pero, según me habéis dicho, sí que son muy fieles.
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