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José Manuel Bermúdez Siaba


          ría. Se llegó a decir que profetizó el día de su muerte.
            Es considerado un religioso venerable. Murió en Salamanca y está enterrado
          en el convento de San Antonio. A este fraile, apodado «El Venerable», se refiere
          el acta municipal de 1614 de la Villa de Muros, en la cual se ordena la cons-
          trucción de un retablo para colocar las reliquias mandadas desde Roma, que allí
          tenían de él y habían enviado para que se depositaran en la colegiata.


                        Santiago González de Castilla

            Nacido en Muros el 30 de agosto de 1715. Este muradano, hijo de don Do-
          mingo González Castilla Torres y de doña María González Arredondo, se decan-
          tó, ya de muy joven, por la carrera militar. Llegó a ejercer como comandante de
          milicias en Padrón hasta 1778, año en el que fue enviado a Buenos Aires para
          ocupar el puesto de alcalde en la ciudad del Plata. Cargo que ejercería hasta su
          muerte, el 17 de mayo de 1787.
            Estuvo casado con doña Juana Cabezas López, con quien tuvo cuatro hijos;
          Felipe González Castilla Cabezas, Ana González Castilla Cabezas, María Igna-
          cia González Castilla Cabezas y Juana María González Castilla y Cabezas.


                      Cesar Augusto Cisneros Luces

            Nacido en Muros el 22 de septiembre de 1849. Abandonó su pueblo de muy
          joven. Con tan solo trece años emigró a Cuba. En La Habana trabajó como de-
          pendiente en un comercio al tiempo que desarrollaba su afición por las letras
          colaborando con el Diario de la Marina. Al poco tiempo comenzó a trabajar en
          la redacción de ese rotativo abandonando su anterior actividad para dedicarse
          exclusivamente al periodismo.
            Una enfermedad cuando contaba con solo 19 años le trajo nuevamente a Gali-
          cia en 1868. De nuevo en su terruño logró colocarse como profesor de instrucción
          general en la Escuela Naval Flotante de Ferrol, donde ejerció hasta 1873, año en
          el que vuelve a emigrar a Montevideo. En aquella ciudad fundó el periódico La
          Carta Blanca. Su atrevimiento le llevo a publicar artículos en los que atacaba al
          entonces dictador de Uruguay, Lorenzo Latorre. Tal enfrentamiento le obligó a
          huir del país en 1877; refugiándose en Buenos Aires. En la ciudad porteña tra-
          bajó como colaborador del diario El Correo Español, creando, posteriormente,
          el primer periódico gallego de América, al cual llamó, precisamente, El Gallego.
          Más tarde volvió a Uruguay. En Montevideo ejerció como colaborador de varios
          medios escritos; El Pampero, La Unión Gallega, Montevideo Noticioso y El
          Gallego de Montevideo.


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