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ICAP ARGDEBRA
El interrogatorio requiere experiencia y destreza, y ante todo, una buena relación médico-
paciente. Es necesario un ambiente adecuado, donde prime la privacidad; la ausencia de esta
provoca que el paciente cuente solamente la mitad de sus problemas. La información que se
obtenga debe organizarse y jerarquizarse desde el principio, para así llevarla a la historia
clínica. Y no se deben olvidar los problemas psicosociales ni higiénico-epidemiológicos, que
forman parte del ambiente en que vive el enfermo. El viejo concepto de que enfermedad es la
pérdida del equilibrio entre el hombre y su medio está hoy incompleto, si no se incluyen los
factores psicológicos, sociales, económicos, higiénicos y epidemiológicos.
El método clínico y el examen físico
Cuántas veces hemos presenciado en una consulta que el médico realiza la palpación del
abdomen con el enfermo sentado. De seguro que no pocas. Casi sin darnos cuenta, no
estamos respetando al paciente ni a nosotros mismos ni a nuestra profesión. Es verdad que
esto ocurre generalmente en la consulta externa, atiborrada de pacientes con síntomas
muchas veces banales, sin relación con el abdomen, pero a qué médico no le ha pasado que
al examinar adecuadamente a un paciente en la mesa de reconocimiento, le ha detectado un
tumor en el abdomen (quiste ovárico, una hernia, etc.) que el propio paciente no había notado,
pues había ido al médico por cualquier problema ajeno al abdomen.
Un poco de sistematización y organización en la consulta externa permite escuchar y
examinar mejor a los pacientes.
El examen físico requiere un método y una técnica que deben aprenderse bien desde que se
es estudiante. Se debe colocar al paciente en una posición adecuada, el médico también
adoptará una postura cómoda para realizar las maniobras. No es correcto diagnosticar una
esplenomegalia al palpar el bazo desde el lado derecho del paciente, por no perder el tiempo
dando vuelta para ponerse a la izquierda de este.
Al igual que el interrogatorio, el examen físico se hará siempre en el mismo orden, aunque se
insista más en el sitio hacia donde apunten los síntomas, para que no se omita nada. Y por
supuesto, el médico debe tener la destreza, y sobre todo el cuidado suficiente, no solo para
detectar los signos existentes, sino también para no detectar signos que el paciente no tiene.
El método clínico y el diagnóstico presuntivo
No se concibe atender a un paciente sin formularse una hipótesis diagnóstica o un diagnóstico
presuntivo. Este diagnóstico presuntivo es la única guía eficaz para indicar los exámenes
complementarios que se necesitan para llegar al diagnóstico definitivo o de certeza. Otra cosa
sería indicar exámenes de todo a diestra y siniestra para ver cuándo se acierta. ¿Cuánto
costaría esto? ¿Y cuánto sufriría el paciente sometido así a pruebas innecesarias, con
frecuencia molestas y a veces peligrosas?
Siempre recordaré el caso de un adolescente al cual se le hicieron numerosas pruebas,
incluso un medulograma, en busca de la causa de una anemia que, al final, resultó deberse a
un sangrado digestivo crónico, oculto por una úlcera duodenal. Quizás con un mejor
interrogatorio hubiera podido sospecharla y así haberle evitado al paciente tan desagradable
y dolorosa investigación; un tacto rectal hubiera evitado las molestias y la dilación en el
diagnóstico.
El problema radica en que muchos médicos —estoy seguro que sin darse cuenta—
subvaloran su pensamiento y sustituyen su intelecto por la técnica, lo cual es irracional.
Cada cosa tiene su lugar y su momento, y el inmenso valor que tiene la técnica para permitir
llegar a un diagnóstico definitivo o de certeza nunca podrá sustituir, sino complementar, el
valor que tiene la información proveniente del examen clínico.
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