Page 152 - selim
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ees dudó un momento y, después, echándose
              la  gorra  hacia  atrás,  levantó  en  vilo  a  Selim
              como   si  fuera  un  cabritillo y  le  plantó  dos  so-
              noros  besos  en  las  mejillas.  ¡Jamás  se  había
              visto a Rahmi dar un par de besos a un crío!     El
              asombro fue tan    grande que   en  la  plaza  no se
              oía  ni  un solo ruido, a  no ser el  «kikirikí» de un
              gallo joven  que todavía  no cantaba   muy bien y
              el mugido de un búfalo despistado.




              Pero Selim se echó a    reír porque  Rahmi   lleva-
              ba mal afeitada su áspera barba     negra y le  ha-
              bía  pinchado   las  mejillas  con  ella.  Zuffu  se
              echó a   reír con  él  y  toda  la  gente  del  pueblo
              allí  reunida  rió  también.  Las  risas  revolotea-
              ban alrededor del   coche como    las abejas alre-
              dedor de  la  colmena  azul.  Fue  una despedida
              muy alegre y de    ella  se  habló  durante  mucho
              tiempo entre la gente del pueblo.




              En  las  breves  cartas  que Zuffu  le  había  escri-
              to  a  su  padre  sólo  había  hablado  de  pasada
              de  sus  trabajos  y  de  la  meta  que  se  habían
              propuesto   Selim  y él.  Pero  el  señor Averi  es-
              taba  interesado  en  conocer   algunos  detalles.
              Con   una  sencilla  pregunta,  provocó   una  ver-
              dadera  avalancha   de  respuestas.  Se  lo conta-
              ron todo:  la historia de Semra,   que se asusta-


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