Page 25 - selim
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cruzando   la  calle.  Si  el  automóvil  no  toca  la
          bocina,   eso  significa:  «Pasen   ustedes,   que
          yo  me  paro.»


          Selim   solía  divertirse  mucho  esquivando    los
          coches.   Pero  ahora  la  diversión  consistía  en
          correr  al  máximo,  sin  atrepellar a  nadie.  Se-
          lim  daba vueltas a   un volante   imaginario,  pi-
          saba  un  pedal  que,  por supuesto,    no  estaba
          en  su  lado,  o  maniobraba    con  una  palanca
          de cambios que     no existía.


          Pero  la velocidad tiene   un  inconveniente:   ¡se
          llega  demasiado   pronto!  Ahí estaba   ya  la  pla-
          za  y,  allá,  su  padre,  sentado  en  un  taburete
          detrás de su caja de limpiabotas.


           -Ya  has  llegado,  chico -anunció el  conductor
          parando el coche.

           —Muchísimas      gracias  -dijo  Selim-.  Su  taxi
          es tan  cómodo    como   las  alfombras voladoras
          de  los cuentos antiguos.


          Para él,  ése  era  el  mejor elogio.  El  taxista  se
          echó a reír.


           —¡Ja,  ja!  ¡Ojalá  pudiera  volar  por  encima  de
          los  tejados!  Bueno,   si  necesitas  algo,  avísa-



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