Page 81 - selim
P. 81
tambul y parecían tener tantísimo interés en
encontrar un trabajo. En el mesón, delante de
sus vasos de yogur batido, los hombres dis-
cutían sobre eso. Y las mujeres, mientras re-
cogían la ropa puesta a secar en las ramas
más bajas de los árboles, a la orilla del lago,
también charlaban de lo mismo. Hacía mucho
tiempo que las gentes de Sapanca no tenían
un tema de conversación tan apasionante.
De modo que, en el mesón, la gente hablaba
sin parar:
—Tampoco es que sea asunto mío ofrecerles
trabajo -decía uno-. Yo soy el que tiene me-
nos tierras, y la cosecha está acabada. ¿Qué
trabajo iba a darles yo?
—Pues yo -decía otro- quizá podría contra-
tarlos para la trilla. Pero sería cosa de unos
días, nada más.
—¿Y qué se les puede pagar por eso? ¡Unos
crios de la ciudad, que en su vida han visto
una espiga!
—Por cierto, mirad: ahí está Rahmi -dijo uno
de los hombres-. Eso me da una idea.
87