Page 88 - UNIVERSIDAD AUTONOMA DE ICA
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Docente: Nathia Erika Castro Vilcapuma


                         Salgo despavorida con las mejillas sonrojadas a mi escondite detrás de las

                  latas. Lo veo despedirse de la señora Graham, pero no sin antes echar un vistazo

                  hacía  atrás,  nuestras  miradas  chocan,  mi  corazón  da  un  vuelco  y  luego  él,

                  desaparece por la puerta haciendo sonar la campanita.


                                                PARTE TRECE




                  L
                                as  luces  se  prenden  y  se  apagan  frente  a  mis  ojos,  la  música  se

                                escucha demasiado alto y hace que mi  cabeza retumbe, pero no

                                dejo de bailar alguna canción de moda a lado de Blake, mi... ¿Amigo?

                  Brandon y Tana bailan cerca de nosotros, esta noche hemos decidido alejarnos

                  un poco de trabajos y exámenes finales, necesitábamos una vida más allá de la

                  Universidad. Blake se acerca a mi oído.

                         — ¿Quieres tomar algo? —Me dice, yo asiento, por lo que me toma de la

                  mano y nos encaminamos a la barra que esta un treinta por ciento llena. Pide una

                  botella de agua para mí y un trago de algo azul, yo me giro agitada hacía un lado.

                         Me observa fijamente, no despega la mirada incluso cuando lo enfrentó,

                  tiene aquellos mismos ojos y me estremezco. Todo mi sistema nervioso se pone

                  alerta, esta vez se parece más que el anterior. Mi corazón me golpea en el pecho,

                  toda mi mente se atrofia y tengo aquel impulso de correr hacia él, doy un paso

                  lento, luego dos, luego comienzo a caminar hacía la masa de gente y luces neón

                  haciéndolos de lado, pero el chico sentado a unos bancos de mi ni siquiera se

                  mueve, parpadea, puedo oír su respiración a pesar de la música, no sé si estoy

                  drogada, pero todos mis sentidos están agudizados. El camino se hace eterno,

                  comienzo a casi correr, pero al empujar a la última persona: el chico no está. Ni

                  siquiera el vaso sobre la barra. No hay nada. No hay nadie.

                         Miro fijamente el asiento vacío y suspiro frustrada. Estaba comenzando a

                  pensar si había sido un error haber aceptado aquella propuesta hace un año de

                  Lucía, que tampoco he vuelto a ver.
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