Page 9 - VARIAS INTERESANTES LECTURAS
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volvería a casarse, aunque jamás llegó a hacerlo.




            "Me gustaría que toda mi vida se convirtiera en un ritual. Dalí es lo contrario de todos,

            porque todos se divorcian continuamente, mientras que yo me caso con mi mujer una y

            otra vez”, diría el pintor sobre sí mismo, asegurando que volvería a casarse (Rene

            Maestri/Sygma/



            En los sesenta, su casa de Portlligat pasó a ser un centro de peregrinaje de la bohemia




            hippie del momento, incluyendo a John Lennon y Yoko Ono. Por esos años, la artista

            y modelo trans Amanda Lear se convirtió en su nueva musa y compañera y llegó a
            vivir en Cadaqués con el visto bueno de Gala. “Ella me dio mi propia habitación en

            Portlligat y me pagaba los tickets de avión para reunirme con ellos en Nueva York o

            Barcelona –escribe en su libro Mi vida con Dalí–. Salvador nunca me dio dinero: eso me


            hubiese convertido en su amante, un concepto burgués que siempre rechazó, aunque

            todos saben que lo fuimos”.




            En 1969, Dalí conoció en París al pintor colombiano Carlos Lozano, que contó su

            experiencia con el pintor y su mujer en Sexo, surrealismo, Dalí y yo, de Clifford


            Thurlow. El primer encuentro fue en una de las soirées de “príncipes y mendigos” que

            organizaba el artista en el hotel Meurice, donde personajes del jet set se mezclaban con

            ignotos cuyo único requisito para entrar era su belleza. Dalí lo bautizó como la

            “Violetera” y lo invitó a Cadaqués, donde lo apoyó para que abriera varias galerías de


            arte. “Me sentía más que encantado: embelesado –cuenta–. Dalí era un voyeur, ‘el gran

            masturbador’, pero lo que lo impulsaba era un deseo decididamente pederasta. Lo atraían

            los jovencitos inexpertos, en particular los andróginos y, explícitamente, los


            transexuales. Se deleitaba con lo bizarro, lo antinatural, lo surrealista. Sus orgasmos

            provenían de lo escandaloso, lo lujurioso y lo lascivo…”.




            Salvador Dali en el techo de su casa de Cadaques en la Costa Brava española (Charles
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