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CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
más mínima influencia sobre ella en este apartado; se meterá en un negocio que
provoca ataques de corazón a la gente.
Sigo en el Two Lakes Hotel. Sigo en recepción. Sigo dando cobijo al público bajo
nuestro tejado de cristal. Mi jefe se ha marchado a Estados Unidos, donde ha abierto
otro hotel más, de modo que no cuento con ver a ninguno de los hermanos Lake por
aquí durante mucho tiempo. En su lugar han contratado a una serie de penosos
expertos en formación de equipos para que vengan a enseñarnos a estar en armonía.
La semana que viene el jefe de equipo, Simon, nos lleva a hacer pirag üismo para que
podamos comunicarnos fuera del entorno laboral. Se supone que aprenderemos a
comentar nuestros problemas.
¿Cómo voy a decirle a Tania, que también trabaja en recepción, que el motivo
por el que no le hablo es que no soporto oír su voz de pito, que odio que diga: «¿Qué
piensas?» al final de cada frase, que lleva un perfume demasiado fuerte para un
despacho tan pequeño, y que el pintalabios rosa que se pone se le pega a los dientes y
nunca le quedará bien con su color de pelo? Por la mañana el aliento de Stephen
apesta a pañales sucios; me encanta que haga su primera pausa para tomar caf é y
fumar porque cuando vuelve en comparación su aliento huele a rosas. Geoffrey tiene
un grave problema de olor en los sobacos; Fiona tiene un grave problema de
flatulencias (no sé qué debe de comer). Tabitha no para de asentir con la cabeza
mientras le hablo, dice: «bien» detrás de casi cada palabra y, para colmo de
desdichas, intenta acabar mis frases en mi lugar o decir conmigo las últimas palabras.
Lo más enojoso es que siempre le sale mal. Henry lleva calcetines blancos y zapatos
negros, Grace tararea la misma canción de las Spice Girls cada día de la semana, cosa
que me pone histérica porque siempre termino cantándola en voz baja al llegar a casa
y en consecuencia Katie acaba menospreciando a su anticuada madre por no tener ni
idea de quién ocupa las listas de éxitos de esta década.
Entre todos me sacan de quicio. Aunque puede que eso del piragüismo no sea
mala idea después de todo: podré ahogarlos a todos. Alex, escríbeme y cuéntame qué
pasa en tu vida.
Besos,
Rosie
Rosie:
Perdona que haya estado distante últimamente, pero es que he tenido mucho
trabajo. Aunque eso no es excusa para perder el contacto. Ya debes de saber casi
todas las novedades sobre mi trabajo, supongo, así que me salto esa parte. Mis
padres están muy bien y siguen enmarcando todas y cada una de las fotos de ti y
Katie que les mandas. Su casa empieza a parecer una especie de santuario dedicado a
vosotras dos, las chicas Dunne.
¡Buenas noticias! El mes que viene pasaré unos días en Irlanda. Mis padres
también irán y Sally me ha autorizado a llevarme a Josh esas dos semanas ya que
pasó con ella las vacaciones de Navidad. Hace mucho tiempo que no se reúne la
familia al completo y mamá decidió que quería estar con Phil, sus veinte hijos, el
resto de la familia y todos sus amigos para celebrar que llevan ya cuarenta años de
matrimonio. Cuarenta años, figúrate. Yo apenas llegué a dos. No sé cómo lo han
conseguido. Aunque a ti te está yendo bien. ¿Cuánto lleváis juntos tú y
Comosellame? Lo suficiente, diría yo.
No recuerdo cuándo pasé la Navidad en Dublín por última vez. Pero pronto
volveremos a estar juntos, Rosie.
Alex
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