Page 125 - Donde termina el arco iris
P. 125
CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
Tiene un mensaje instantáneo de: RUBY
RUBY: ¡Estoy salseada! La última vez que tuve tantos dolores fue cuando los colegas
de Teddy le regalaron el libro del Kama Sutra por Navidad. Prácticamente
tuvieron que subirme a la oficina con una carretilla elevadora después de las
vacaciones, ¿te acuerdas? Bueno, pues esta vez he tenido que tomarme la
mañana libre. ¡¿Puedes creerlo?! Me he despertado con la sospecha de que
había sufrido un accidente grave de coche, he mirado a Teddy y me he
convencido de que era verdad. Claro que se me olvidaba que las babas, el
sudor y los ruidos molestos formaban parte del paquete de Teddy. He tardado
veinte minutos en despertarlo para que me ayudara a levantarme de la cama.
Luego he tardado otros veinte en levantarme. Mis articulaciones se habían
declarado en huelga. No hacían más que holgazanear por ahí en piquetes
gritando: «¡Articulaciones en huelga, articulaciones en huelga!». Las caderas
eran las instigadoras de esta conspiración.
Así que he llamado a mi jefe y he acercado el teléfono a mis caderas para que
las oyera. Ha estado de acuerdo conmigo y me ha dado la mañana libre.
(Bueno, ahora sostiene que no lo ha hecho, pero me aferro a mi versión de la
historia.)
No me figuraba que algo pudiera doler tanto. Dar a luz no es nada comparado
con el ejercicio, y Gary fue un bebé enorme. Esto es lo que tendrían que
hacerles a los prisioneros de guerra para interrogarlos: obligarlos a tomar
lecciones de salsa. Ya sabía que no estaba en forma pero, por Dios, conducir el
Mini ha sido horrendo. Cada vez que cambiaba de marcha era como si alguien
me arreara un martillazo en el brazo. Primera marcha, dolor; segunda marcha,
mucho dolor; tercera marcha, tortura. Me dolía tanto que he terminado yendo
al trabajo en segunda. No ha sido seguro ni saludable para el motor, pero el
coche se las ha apañado para llegar hasta el trabajo tosiendo y resoplando,
igual que su propietaria.
Si me hubieses visto caminar habrías jurado que Teddy y yo habíamos
practicado todas las posturas del Kama Sutra. Hasta escribir a máquina ha sido
una experiencia traumática: de repente me he dado cuenta de que el hueso del
dedo está conectado con el del brazo, que por alguna razón me tiraba del
ligamento de la corva provocándome dolor de cabeza. Tendría que haber
previsto que me encontraría tan mal. Cuando anoche me dejaste en casa
estaba tan entumecida que casi tuve que entrar a gatas al vestíbulo, donde mis
oídos recibieron el saludo de la sesión de intercambio de gruñidos que Teddy
y Gary celebraban en la sala de estar. He descubierto que ése es su sistema
particular de comunicación.
Así que dejé en paz a mi maravillosa e inteligente familia, me hundí en la
bañera y consideré la posibilidad de ahogarme. Entonces recordé que aún
quedaban sobras del pastel de chocolate de ayer y saqué la cabeza del agua
para respirar. Hay cosas por las que merece la pena vivir.
Pero gracias por el regalo, Rosie; nos divertimos lo nuestro en clase, ¿verdad?
No recuerdo haber reído tanto en toda mi vida, lo cual, pensándolo bien,
seguramente sea el motivo de que me duela tanto la barriga. Gracias por
recordarme que soy una mujer, que tengo caderas, que puedo ser sexy, que
soy capaz de reír y pasármelo bien.
Y gracias por meter al sexy de Ricardo en mi vida. Me muero por volver a
sentirme así la semana que viene. Y después de todos mis quejidos y
lamentos, dime, ¿cómo te encuentras?
- 125 -