Page 200 - Donde termina el arco iris
P. 200
CECELIA AHERN Donde termina el Arco Iris
Capítulo 41
Hola, mamá:
Invierno otra vez. Da miedo que los meses pasen tan deprisa. Se convierten en
años sin que ni siquiera me dé cuenta. Katie es como mi calendario: la veo crecer y
cambiar. Se está haciendo mayor tan deprisa, aprendiendo a tener opiniones propias,
aprendiendo que no tengo respuesta para todo. Y en cuanto tus hijos comienzan a
entender eso, sabes que tienes un problema.
Sigo en mi viaje, mamá, sigo atrapada en ese estadio intermedio de la vida en el
que acabo de llegar de alguna parte que he dejado bien atrás y me abro camino hacia
algo nuevo. Supongo que lo que intento decir es que aún no tengo las ideas en orden.
Todavía. Quiero decir que tú y papá no habéis hecho más que viajar durante el año
pasado, no habéis estado en un mismo país más de unas semanas, pero aun así
ambos sabéis mejor que yo dónde estáis, y eso que yo no me he movido en todo el
año. Los dos sabéis dónde queréis estar. Me figuro que es porque os tenéis el uno al
otro y allí donde esté papá tú te sientes en casa.
He aprendido que el hogar no es un sitio, es un sentimiento. Puedo hacer que el
piso se vea tan lindo como pueda, embellecer los alféizares de las ventanas con tantas
jardineras como quiera, colocar un felpudo de bienvenida delante de la puerta, colgar
un cartel de «Hogar, dulce hogar» encima de la chimenea e incluso ponerme el
delantal y hornear galletas, pero lo cierto es que no quiero quedarme aquí para
siempre.
Es como si estuviera esperando en la estación del tren tocando un instrumento
para ganar unas perras, justo lo suficiente para tomar el próximo tren que salga de
aquí. Y, por supuesto, para mí lo más importante es Katie. Cualquier lugar en el que
esté con ella debería darme calor de hogar, pero no es así, porque me toca a mí hacer
que ella se sienta en casa. Sé que Katie se marchará dentro de unos años y no me
necesitará como ahora.
Tengo que organizarme la vida para cuando Katie se vaya. Necesito hacerlo
porque no creo que ningún Príncipe Azul venga a rescatarme. Los cuentos de hadas
son historietas maléficas para los niños pequeños. Cada vez que estoy hecha un lío
espero que un hombre de pelo largo y finos modales llegue trotando a mi vida (a
caballo, por supuesto, no trotando él literalmente). Luego me doy cuenta de que no
quiero que un hombre llegue trotando a mi vida porque, para empezar, los hombres
son quienes me han metido en este puñetero lío.
Ahora soy como el entrenador de Katie y debo prepararla para el gran combate
que es la vida adulta. Ella casi nunca piensa en su vida sin mí. Por descontado, sigue
soñando con viajar por el mundo haciendo de DJ para ganarse la vida sin mí, pero
aún no ha captado el significado de ese «sin mí». Y así debe ser, sólo tiene catorce
años. Sea como fuere, todavía no tiene edad de tomar según qué decisiones y yo me
he opuesto en redondo a la idea de que abandone sus estudios.
Aunque últimamente gracias a John, su flamante novio, no he tenido que
obligarla a levantarse de la cama por la mañana. Se han vuelto inseparables. Todos
7
los viernes van a las fiestas que monta el club de la GAA que hay cerca de su casa.
7 GAA, siglas de la Gaelic Athletíc Association , organización deportiva dedicada a conservar y difundir los deportes
- 200 -