Page 34 - Luna de Plutón
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culo de alce. ¡Son dibujos! Di-bu-jos. ¡Estúpida!
Knaach consideró que el sujeto se había extralimitado.
—Vámonos, Claudia —atajó, intentando mantener su voz lo más calmada posible
—. Es solo un artista del AV, la galería de arte de Jumbo Jumbo: otro fracasado más.
El joven estiró bruscamente una de sus piernas, con la intención de largarle una
patada al león, sin éxito. Sin embargo, fue el siguiente comentario de Claudia lo que,
de pronto, lo sacó de sus casillas:
—¿Qué es esto? —preguntó, señalando a la hoja de papel—. ¿Un hombre con
cabeza de lobo?
De ser pálida como la arcilla, la cara del sujeto se tornó primero morada, y luego
roja, a la vez que se mordía el labio inferior con tal fuerza que llegó a desaparecerle el
mentón.
—¡Es un licántropo, imbécil! —masculló.
Claudia puso sus manos a ambos lados de la cintura.
—¡Pues disculpa si no lo sabía! ¡Tienes un arte muy raro!
—Pues disculpa si no lo sabía —la remedó, poniendo voz de imbécil.
Los belfos de Knaach se contrajeron peligrosamente, viendo al artista directamente
a los ojos, a medida que sus pupilas se hacían cada vez más pequeñas.
—Mi especialidad es el arte irreverente —se jactó, pronunciando «irreverente» con
cierto dejo de acento francés.
Casi inmediatamente después de la última palabra, un folio que llevaba apretado
contra la espalda y la pared se cayó, desparramando en el suelo un montón de hojas
sueltas y una caja de crayones.
Una de las hojas se deslizó hasta parar en seco contra una de las patas del Knaach,
quien bajó la cabeza y vio un bosquejo de dibujo muy vago de un hombre gato, con
algo escrito arriba que decía «TRABAJO PENDIENTE». Toda la resma de hojas
llevaba escrito lo mismo. El tipo sacudió un puñetazo con ambas manos al suelo,
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muerto de la rabia . Alargó el cuerpo y estiró los brazos, intentando recoger todos
sus trabajos, aparentemente más enojado por tener que hacer algo que por el propio
accidente en sí.
—¿Tienes todos esos trabajos atrasados? —se mofó Knaach, quien agradecía
inconscientemente haber encontrado algo con lo que ceñirse para no reaccionar con
violencia.
—Ese es asunto mío. Váyanse de mi vagón.
Aunque eso último que dijo fue una mentira redonda y petulante, Claudia