Page 44 - Luna de Plutón
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le estaban dando un regaño descomunal desde el Ministerio de Ogroroland. Y en
efecto, así era.
Claudia volvía a susurrar con mayor velocidad, pero sin aumentar ni un ápice su
tono de voz. Esta vez explicaba que Knaach era alguien de confiar; que solo lo había
ayudado a salir de su jaula, que por el momento solo estaba acompañándola, que
conocía Plutón mucho mejor que ella y que podía guiarla a donde fuera…
Otros instantes de silencio precedieron a una serie de susurros más acalorados.
Esta vez argumentaba que ella era bastante autosuficiente, y exigía que no la
avergonzaban. Pero todo lo que logró fue contener el impulso de no aplastar los
hombros de la zellas cuando el rostro se le puso rojo como un tomate. Esta vez, con la
vena palpitante en su frente, Claudia giró la cabeza para ver a Knaach, y le dijo:
—Quieren hablar contigo.