Page 36 - La teoría del todo
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Antes  de  1970,  mi  investigación  en  relatividad  general  se  había  centrado
           principalmente en la cuestión de si había habido una singularidad de big bang. Sin
           embargo, una noche de noviembre de dicho año, poco después del nacimiento de mi
           hija, Lucy, empecé a pensar en los agujeros negros mientras me iba a acostar. Mi

           discapacidad  hace  de  esto  un  proceso  bastante  lento,  de  modo  que  tenía  mucho
           tiempo. En esa fecha no había ninguna definición precisa de qué puntos en el espacio-
           tiempo quedan dentro de un agujero negro y cuáles quedan fuera.
               Había discutido con Roger Penrose la idea de definir un agujero negro como el

           conjunto de sucesos desde los que no era posible escapar a una gran distancia. Esta es
           ahora  la  definición  generalmente  aceptada.  Significa  que  la  frontera  del  agujero
           negro, el horizonte de sucesos, está formada por los rayos de luz que se quedan a
           punto de escapar del agujero negro. En lugar de ello, permanecen allí para siempre,

           cerniéndose sobre el borde del agujero negro. Es como huir de la policía y conseguir
           mantenerse un paso por delante pero no ser capaz de despegarse claramente.
               De repente comprendí que las trayectorias de estos rayos luminosos no podrían
           estar acercándose unas a otras porque, si lo hicieran, al final deberían tropezar. Sería

           como si alguien más estuviera huyendo de la policía en dirección opuesta. Ambos
           fugitivos serían atrapados, o, en el caso que nos ocupa, caerían en un agujero negro.
           Pero si estos rayos de luz fueran engullidos por el agujero negro, no podrían haber
           estado en su frontera. Por lo tanto, los rayos de luz en el horizonte de sucesos tenían

           que estar moviéndose paralelamente o alejándose unos de otros.
               Otra forma de verlo es que el horizonte de sucesos, la frontera del agujero negro,
           es  como  el  borde  de  una  sombra.  Es  el  borde  de  la  luz  que  escapa  a  una  gran
           distancia, pero, igualmente, es el borde de la luz que muere en la sombra. Y si uno

           mira la sombra arrojada por una fuente situada a gran distancia, como el Sol, verá que
           los rayos de luz en el borde no se aproximan unos a otros. Si los rayos de luz que
           forman  el  horizonte  de  sucesos,  la  frontera  del  agujero  negro,  nunca  pueden

           acercarse, el área del horizonte de sucesos podría seguir siendo la misma o aumentar
           con el tiempo. Nunca podría disminuir, porque eso significaría que al menos algunos
           de los rayos de luz en la frontera tendrían que estar aproximándose. De hecho, el área
           aumentaría cada vez que materia o radiación cayeran dentro del agujero negro.
               Supongamos, además, que dos agujeros negros colisionaran y se fusionaran para

           formar un único agujero negro. Entonces el área del horizonte de sucesos del agujero
           negro final sería mayor que la suma de las áreas de los horizontes de sucesos de los
           agujeros negros originales. Esta propiedad de no disminución del área del horizonte

           de sucesos ponía una restricción importante sobre el comportamiento posible de los
           agujeros negros. Estaba tan emocionado con mi descubrimiento que casi pude dormir
           aquella noche.
               Al día siguiente llamé a Roger Penrose. Estuvo de acuerdo conmigo. De hecho,
           creo  que  él  era  consciente  de  esta  propiedad  del  área.  Sin  embargo,  utilizaba  una

           definición de agujero negro ligeramente diferente. No se había dado cuenta de que las



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