Page 38 - La teoría del todo
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pero podría suceder.
               Sin embargo, si tenemos un agujero negro, parece haber una forma bastante más
           fácil  de  violar  la  segunda  ley:  simplemente  arrojamos  alguna  materia  con  mucha
           entropía, como una caja de gas, en el agujero negro. La entropía total de la materia

           fuera del agujero negro disminuiría. Por supuesto, podríamos seguir diciendo que la
           entropía  total,  incluyendo  la  entropía  dentro  del  agujero  negro,  no  ha  disminuido.
           Pero puesto que no hay manera de mirar dentro del agujero negro, no podemos ver
           cuánta entropía tiene la materia en su interior. Sería bonito, por lo tanto, si hubiera

           alguna  característica  del  agujero  negro  por  la  que  los  observadores  fuera  de  él
           pudieran  distinguir  su  entropía;  esta  aumentaría  cada  vez  que  la  materia  que  lleva
           entropía cayera en el agujero negro.
               Tras mi descubrimiento de que el área del horizonte de sucesos aumentaba cada

           vez que caía materia en un agujero negro, un estudiante de investigación en Princeton
           llamado Jacob Bekenstein sugirió que el área del horizonte de sucesos era una medida
           de la entropía del agujero negro. A medida que materia que lleva entropía cayera en
           el agujero negro, el área del horizonte de sucesos aumentaría, de modo que la suma

           de la entropía de la materia fuera de los agujeros negros y el área de los horizontes
           nunca disminuiría.
               Esta  sugerencia  parecía  impedir  que  la  segunda  ley  de  la  termodinámica  se
           violara en la mayoría de las situaciones. Sin embargo, tenía un defecto fatal: si un

           agujero negro tiene entropía, entonces debería tener también una temperatura. Pero
           un cuerpo con una temperatura no nula debe emitir radiación a un cierto ritmo. Es un
           hecho de experiencia común que si se calienta un atizador al fuego, se pone al rojo
           vivo  y  emite  radiación.  Sin  embargo,  cuerpos  a  temperaturas  más  bajas  también

           emiten radiación; lo que sucede es que normalmente no la notamos debido a que la
           cantidad es muy pequeña. Esta radiación es necesaria para impedir violaciones de la
           segunda  ley.  Por  eso,  los  agujeros  negros  deberían  emitir  radiación,  pero,  por  su

           misma definición, los agujeros negros son objetos de los que se supone que no emiten
           nada. Por consiguiente, parecía que el área del horizonte de sucesos de un agujero
           negro no podía ser considerada como su entropía.
               De hecho, en 1972 escribí un artículo sobre este tema con Brandon Cárter y un
           colega norteamericano, Jim Bardeen. En él señalábamos que, aunque había muchas

           similitudes entre entropía y el área del horizonte de sucesos, existía esta dificultad
           aparentemente fatal. Debo admitir que uno de mis motivos para escribir este artículo
           es que me sentía molesto con Bekenstein porque tenía la sensación de que él había

           utilizado mal mi descubrimiento del incremento del área del horizonte de sucesos. Sin
           embargo, al final resultó que él estaba básicamente en lo cierto, aunque de una forma
           que no esperaba.










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