Page 31 - La teoría del todo
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asentaría en un estado esférico debido a la emisión de ondas gravitatorias. Cálculos
           posteriores apoyaron esta idea y llegó a tener una aceptación general.
               El resultado de Israel solo se refería al caso de agujeros negros formados a partir
           de cuerpos sin rotación. Siguiendo la analogía con una bola de fluido, cabría esperar

           que  un  agujero  negro  formado  por  el  colapso  de  un  cuerpo  en  rotación  no  sería
           perfectamente  redondo,  sino  que  tendría  un  abultamiento  alrededor  del  ecuador
           debido al efecto de la rotación. Podemos observar un pequeño abultamiento de este
           tipo en el Sol, causado por su rotación una vez cada veinticinco días más o menos. En

           1963, Roy Kerr, un neozelandés, había encontrado un conjunto de soluciones agujero
           negro de las ecuaciones de la relatividad general más generales que las soluciones de
           Schwarzschild. Estos agujeros negros «de Kerr» rotan a una velocidad constante, y su
           tamaño  y  forma  dependen  solamente  de  su  masa  y  velocidad  de  rotación.  Si  la

           rotación  era  nula,  el  agujero  negro  era  perfectamente  redondo  y  la  solución  era
           idéntica a la solución de Schwarzschild. Pero si la rotación era distinta de cero, el
           agujero negro se abombaba hacia fuera cerca de su ecuador. Por lo tanto, era natural
           conjeturar  que  un  cuerpo  en  rotación  que  colapsara  para  formar  un  agujero  negro

           terminaría en un estado descrito por la solución de Kerr.
               En  1970,  mi  colega  y  compañero  como  estudiante  de  investigación,  Brandon
           Carter, dio el primer paso para demostrar esta conjetura. Probó que con tal de que un
           agujero negro en rotación estacionaria tuviera un eje de simetría, como una peonza

           giratoria, su tamaño y forma dependerían solo de su masa y su velocidad de rotación.
           Más  tarde,  en  1971,  yo  mismo  demostré  que  cualquier  agujero  negro  en  rotación
           estacionaria  tendría  realmente  tal  eje  de  simetría.  Por  último,  en  1973,  David
           Robinson, en el King’s College de Londres, utilizó los resultados de Cárter y los míos

           para demostrar que la conjetura había sido correcta: un agujero negro semejante tenía
           que ser realmente la solución de Kerr.
               De este modo, tras el colapso gravitatorio, un agujero negro debe asentarse en un

           estado en el que podría estar rotando, pero no pulsando. Además, su tamaño y su
           forma dependerían solamente de su masa y su velocidad de rotación, y no de la de la
           naturaleza  del  cuerpo  que  hubiera  colapsado  para  formarlo.  Este  resultado  llegó  a
           conocerse por la máxima «Un agujero negro no tiene pelo». Significa que una gran
           cantidad de información sobre el cuerpo que ha colapsado debe perderse cuando se

           forma un agujero negro, porque después de ello todo lo que podemos medir acerca
           del cuerpo es su masa y su velocidad de rotación. La importancia de esto se verá en la
           próxima conferencia. El teorema de ausencia de pelo es también de gran importancia

           práctica  porque  restringe  enormemente  las  clases  posibles  de  agujeros  negros.
           Gracias a ello se pueden hacer modelos detallados de objetos que podrían contener
           agujeros negros, y comparar las predicciones de los modelos con las observaciones.
               Los agujeros negros son uno de los pocos casos en la historia de la ciencia en los
           que una teoría se desarrolló con gran detalle como un modelo matemático antes de

           que hubiera alguna prueba a favor de su corrección procedente de observaciones. De



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