Page 347 - Cementerio de animales
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imaginar la clase de criatura capaz de producirlo.
               Steve corría con un pie descalzo, tratando de gritar, pero sin conseguirlo. Aún
           corría cuando llegó a casa de Louis y aún trataba de gritar cuando puso en marcha la

           moto y salió a la carretera 15. Estuvo a punto de chocar con un coche-bomba que
           llegaba de Brewer. En el interior de su casco Bell, su cabello estaba de punta.
               Cuando Steve llegó a su apartamento de Oronco, ya no recordaba con precisión

           haber estado en Ludlow. Llamó a la enfermería para decir que estaba enfermo, tomó
           una píldora y se acostó.
               Steve  Masterton  no  volvió  a  acordarse  de  aquel  día…  salvo  en  sueños,  esos

           sueños profundos que se tienen de madrugada, en los que sentía que algo enorme
           pasaba  por  su  lado,  algo  que  iba  a  tocarle  y  que  después,  en  el  último  segundo,
           retiraba su mano inhumana.

               Algo con unos grandes ojos amarillos que brillaban como faros antiniebla.
               A veces Steve se despertaba gritando, con los ojos desorbitados y pensaba: «Te

           parece que gritas, pero son los somormujos, del lado de Prospect. El eco llega muy
           lejos. Es curioso.»
               Pero él no sabía, no podía recordar lo que significaba este pensamiento. Al año
           siguiente, encontró un empleo en San Luis, a miles de kilómetros.

               Desde la última vez que vio a Louis Creed hasta el día de su marcha hacia el
           Medio Oeste, Steve no volvió a la ciudad de Ludlow.

















































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