Page 345 - Cementerio de animales
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Louis tenía todo el pelo blanco.
—¡Louis! —gritó Steve.
Louis no se detuvo ni vaciló. Llegó a lo alto de los troncos y empezó a descender
por el otro lado.
«Se va a caer —pensó Steve incoherentemente—. Hasta ahora ha tenido suerte,
pero dentro de nada se caerá, y mientras no se rompa más que una pierna…»
Pero Louis no se cayó. Llegó al suelo y Steve lo perdió de vista hasta que
reapareció un trecho más allá, andando en dirección al bosque.
—¡Louis! —volvió a gritar Steve.
Esta vez Louis se detuvo y miró atrás.
Steve quedó mudo de asombro. No era sólo el pelo blanco, también la cara de
Louis parecía la de un viejo muy viejo.
Al principio, Louis no pareció reconocerle. Después, poco a poco, como si
alguien estuviera maniobrando un reostato en su cerebro, su expresión se animó y sus
labios se movieron espasmódicamente. Steve tardó algún tiempo en darse cuenta de
que Louis trataba de sonreír.
—Steve —dijo con voz roca e insegura—. Hola, Steve. Voy a enterrarla. Tendré
que hacerlo con las manos. Tal vez me lleve hasta la noche. Ahí arriba es muy duro el
suelo. Supongo que no querrías ayudarme, ¿verdad?
Steve abrió la boca, pero no le salían las palabras. A pesar de la sorpresa, a pesar
del horror, él deseaba "ayudar" a Louis. Allí, en aquel bosque, le parecía correcto, lo
más…, lo más natural.
—Louis —consiguió decir al fin con la voz rota—, ¿qué ha pasado? Dios del
cielo, ¿qué ha pasado? ¿Ha sido…? ¿Ha sido en el incendio?
—Para Gage esperé demasiado —dijo Louis—. Algo entró en él porque esperé
demasiado. Pero con Rachel será distinto, Steve. Estoy convencido.
Se tambaleaba ligeramente, y Steve comprendió que Louis se había vuelto loco.
Lo comprendió con toda claridad. Louis estaba loco y espantosamente cansado. Pero,
para su confuso cerebro, sólo esto último parecía importar.
—Me vendría bien una ayuda —dijo Louis.
—Aunque quisiera ayudarte, Louis, no podría trepar por ese montón de troncos.
—Oh, sí —dijo Louis—. Sí que podrías. No tienes más que pisar fuerte y no
mirar abajo. Éste es el secreto, Steve.
Entonces giró sobre sus talones y siguió andando, y aunque Steve le llamaba,
Louis se metió en el bosque sin volver la cabeza. Durante varios segundos, Steve
distinguió el parpadeo de la sábana blanca entre los árboles, y luego desapareció.
Steve corrió hacia los troncos y empezó a subir sin pensar en nada, al principio
buscando asidero con las manos, tratando de pasar el obstáculo a gatas, pero luego se
puso de pie y al hacerlo se sintió invadido de una euforia que le incitaba a la
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