Page 229 - El cazador de sueños
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Detrás de Owen, Cavenaugh seguía haciendo ruidos, pero el volumen decrecía. Nada
se oía de Joe Blakey; quizá empezara a comprender las consecuencias de la turbia
vorágine rojiza que quizá hubieran esquivado y quizá no.
—¿Todo bien, chavalín? —preguntó Kurtz.
—Hay algunos heridos —repuso Owen—, pero en general perfecto. Lo que hay
es trabajo para los barrenderos, porque ¡caray! ¡Cómo ha quedado el patio!
La risa estridente de Kurtz hizo vibrar los auriculares de Owen.
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